Chávez: alfarero del Poder Popular en América Latina (II)

“Es fundamental que hagamos una transformación radical, integral, a fondo, del Estado y del sistema político venezolano”

Hugo Rafael Chávez Frías.

Antonio Gramsci, en Notas sobre Maquiavelo*, apunta que “la ciencia política debe ser concebida en su contenido concreto y en su formulación lógica como un organismo en desarrollo”, asimismo, sostiene que “la naturaleza humana es el conjunto de relaciones sociales históricamente determinadas”, es decir, hechos históricos verificables. Las notas anteriores vienen a propósito de lo que decíamos en la primera entrega sobre la concepción del tiempo y la participación de un sujeto histórico, en este caso remitimos a Hugo Chávez Frías, quien sostiene en su formación y en su pensamiento ideológico, al Ser y al Hacer político como una ciencia, en primer lugar, que conlleva, en segundo lugar, a un organismo en permanente movimiento, en desarrollo y amplitud.

Desde sus primeros discursos como Presidente, Hugo Chávez Frías convoca al pueblo a participar en todos los órdenes del país y a ejercer su poder popular justamente para transformar un pensamiento que se había hecho obsoleto, producto del estancamiento de un régimen que si bien se hacía llamar democrático, había colapsado a causa de sus múltiples y constantes errores, lo que lo había agotado ante la dinámica nacional y mundial, por lo cual Hugo Chávez consideraba necesaria una reformulación del ejercicio del poder en Venezuela. Los poderes políticos, para Hugo Chávez, debían ser nuevamente cartografiados para ponerlos verdaderamente al servicio del pueblo.

Agotado el llamado “Puntofijismo”, y luego de una sorprendente campaña electoral, en diciembre de 1998 Hugo Rafael Chávez Frías gana las elecciones presidenciales y a partir de ese momento reafirma una de sus propuestas electorales: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que no sólo pulverizaría el modelo político de la cuarta república, sino que al transformar el ejercicio del poder le ofrecía al ciudadano común una verdadera participación en la toma de decisiones de gobierno y en el ejercicio de la soberanía misma, y comenzaba a pensar en la formación de las comunas en cuanto forma de ordenar, dirigir y gobernar a la nueva república.

El 24 de abril de 1999, desde el propio Palacio de Miraflores, en un emotivo discurso, el Presidente Chávez convoca al pueblo venezolano a un referéndum para conformar una Asamblea Nacional Constituyente, que diluya legalmente los desgastados poderes establecidos durante la cuarta república y reconfigure las distintas instituciones que lo conforman. 80 escasos días tenía de haber llegado a la presidencia y de inmediato quería llevar adelante las transformaciones propuestas, para que el pueblo venezolano pudiese disfrutar de uno de los sueños del Libertador Simón Bolívar: la suprema felicidad.

Evocando a los grandes hombres de la Federación (1859-1863), y afirmando que en el final del siglo XX soplaban vientos de cambios para la patria, vientos favorables para llevar adelante cualquier propuesta, Hugo Chávez convoca al pueblo a la Asamblea Nacional Constituyente, reafirmando que “¡Llegó la hora del pueblo. Llegó la hora de las grandes decisiones!”** Chávez entendía que el pueblo venezolano debía ser consultado y además involucrado en esas radicales transformaciones que estaba proponiendo. El referéndum resultaba algo inédito para la reciente historia venezolana. Nunca antes el pueblo había sido consultado para nada – salvo los llamados quinquenales a ejercer el voto electoral – y menos aún para renovar los distintos poderes y las diversas instituciones nacionales, desgastadas todas ante una práctica seudo-democrática que sólo había servido para consolidar a una minoritaria y opulenta oligarquía burguesa.

Así pues, sosteniéndose en el pensamiento de Simón Bolívar - lo cual hará a lo largo de su corta vida y cruzará emblemáticamente todas las propuestas de su proyecto político revolucionario – y afincándose para la ocasión en el Discurso de Angostura: “Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando, convoca la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta”***, aquel 24 de abril convoca para el día siguiente, al pueblo venezolano para que participe y se pronuncie en el referéndum, y más tarde, cuando así se decida, en la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente que habrá de trazar el nuevo mapa político, cultural, educativo, económico, social, etc., de la República Bolivariana de Venezuela.

Chávez convoca entonces a los venezolanos en nombre de la esperanza de la patria, en nombre del optimismo y la fe del pueblo, para juntos llevar adelante las transformaciones que el país necesita, pues entiende que la Asamblea Constituyente era una necesidad vital para la nación que habría de surgir al siglo XXI, puesto que el sistema político venezolano de los últimos cuarenta años, la llamada cuarta república o democracia puntofijista, había perdido no sólo su esencia democrática, sino también su legitimidad y su capacidad para conducir a la nación en busca de la justicia social, de la igualdad y de la suprema felicidad y no garantizaba ni la salud, ni el derecho a una vivienda digna y menos aún el derecho a la educación, que venía privatizándose en desmedro de todos los venezolanos.

Así, el pensamiento político-ideológico propuesto por Hugo Rafael Chávez Frías, cruzado inicialmente y para siempre por el pensamiento y las ideas bolivarianas y reafirmado posteriormente por las concepciones de un nuevo socialismo, servirían de basamento, de sostén, de columnas firmes para su proyecto revolucionario que dejaba de ser suyo a título personal, para ser de todos los venezolanos, sin distingos de ningún tipo, para todos quienes quisieran participar de él y hacer de Venezuela una patria grande, una potencia regional que alumbrara los caminos para otras naciones a lo largo del siglo XXI.

El chavismo deviene entonces en proyecto revolucionario nacional, que trasciende fronteras y retoma, nuevamente, las nociones de la patria grande, de la patria libre, de la patria soberana e independiente y no el patio trasero de potencia alguna. El chavismo inicia una ruptura en 1998 con el triunfo electoral, y va ahondando fisuras en los aparatos gubernamentales burocráticos de las naciones latinoamericanas, que comienzan a mirar hacia Venezuela, hacia su proceso revolucionario, hacia las profundas y radicales transformaciones que está viviendo el pueblo de Simón Bolívar. La patria grande, mestiza, anticolonialista y anti-imperialista, respira entonces otros aires; el proyecto bolivariano pareciera tener una segunda oportunidad a través de los siglos. Se tratará de una segunda independencia, que costará lágrimas, traiciones, fraudes, sangre y dolor.

El pensamiento de Hugo Rafael Chávez Frías iniciaba un proceso que aún hoy día se mantiene latente y vigente. Si bien lograba que el pueblo venezolano, la masa olvidada, expoliada, tuviese una efectiva participación en el Ser y Hacer de la política, ponía también a repensarse, a buscarse en su interior no sólo a Venezuela sino a la América Latina toda, y aún aquellos que fervientemente lo adversaron, comenzaron a revisarse y a reconocer que un tiempo fenecía y había que abrir brechas, caminos y veredas para los pueblos del continente.

Este pensamiento – en su amplitud política, social, cultural, educativa, económica y aún religiosa – sigue siendo nuestro motivo de reflexión en estas cortas apreciaciones, siempre volviendo la mirada a sus discursos, a sus líneas, a sus programas televisivos y radiales, por considerar que allí se encuentra la esencia de dicho pensamiento y la formación del proceso histórico revolucionario venezolano, llamémoslo chavismo, bolivarianismo o socialismo del siglo XXI.

Volveremos en otra entrega sobre estas reflexiones.

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* Antonio Gramsci. Cuadernos de la cárcel: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el estado moderno. México, Juan Pablos, Editor, 1975.

** Hugo Chávez Frías. “Discurso con motivo del referéndum para convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Palacio de Miraflores”. Caracas, 24 de abril de 1999.

*** Simón Bolívar. “Discurso de Angostura”. Angostura, 15 de febrero de 1819.





Universidad de Los Andes

Mérida

plataenr@ula.ve

@enrikeplata






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Enrique Plata Ramírez

Escritor Revolucionario Profesor Escuela de Letras de la ULA

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