Sea verdad o mentira, el chisme no es algo que esté fuera de la sociedad, por el contrario, está constituido por dichos que se mueven como sigilosas serpientes dispuestas a clavar dientes y soltar su mortal veneno entre los gentiles.
Posiblemente alguien quiera dar a conocer una información sobre una determinada situación, que le fue confiada por una persona cercana, con la prohibición de no transmitirla. Puede ocurrir, aunque también puede ser que ese alguien haya escuchado la citada información por imprudencia de quien la emitió, que no se dio cuenta de que había un testigo presencial.
Ambas situaciones no son las únicas, pues en ocasiones puede apreciarse dos, tres y mas personas intercambiando información, en un momento en el cual el chisme suele deslizarse con un manto de humor.
Para algunos que han manejado información sobre el chisme, hacerlo significa poner a rodar dichos o juicios en boca de otros, de algo que presuntamente nos afecta en profundidad.
Cuando el chisme es puesto a rodar, en ocasiones suele asumir el disfraz de rumor, el cual puede correr con la velocidad de un corredor de 100 metros planos. Afortunadamente, el fortalecimiento de la conciencia de los seres humanos ha derivado en la preservación de la realidad, lo que hace que los individuos analicen todo lo que sucede en su entorno para no caer en conductas precipitadas.
Si bien algunos definen el chisme como un juicio silencioso que lleva mucha maledicencia, la existencia de valores morales en las familias, cuyos integrantes los reciben como una gran herencia, funcionan como una barrera que impide que las personas se sientan motivadas o estimuladas por tales dichos.
Es cierto que algunas personas se dejan llevar por el chisme, pero generalmente ocurre en las personas cuya formación suele ser frágil o ha sido afectada por factores externos o internos ajenos a su condición humana.
El chisme y por ende su primo el rumor así como su otro pariente que es la mentira, son manejados en todas las esferas de la sociedad mundial y son también orientados como herramienta de disociación destructiva para la obtención del poder, bien en lo institucional, político, artístico, educativo, etc., etc., de allí la importancia de fortalecer los valores morales del ser humano, su conciencia y espíritu humanitario.