¿Qué es eso? ¿En qué país vivimos que no podamos vender nuestras
mercancías al precio justo para nosotros que somos los que invertimos?
Y, a duras penas después de meses de enredos y desenredos traemos los
artículos y productos necesarios desde bien lejos, para que el
venezolano viva cada día mejor y nosotros también, pues, el que
invierte tiene el constitucional derecho a ganar o, ¿no?
Eso de decomisar el inventario que como importadores destacados en ese
ramo deja mucho que desear actualmente y nuestras ganancias las están
tirando por la ventana del bajo precio que nos golpea bien duro en vez
de premiarnos por el esfuerzo realizado de mantener a nuestro público
contento que, ellos siempre adquirirán lo que necesiten para su hogar,
sin voltear por el cuánto es y, el incentivo con que nos premian es
amenazarnos y quitarnos nuestras ganancias y, ¿así quién va a seguir
invirtiendo por la grandeza de todos, ah? En este país es tradición
colonial el remarcar los productos que atraigan a los clientes en
publicidad y, más en la época decembrina que, después los sacamos como
oferta año tras año y, tan mal acostumbrados estamos que quien no lo
hace es un oportunista de esos que se la dan de revolucionarios
pretenciosos que son más engañosos que Capriles ofreciendo paz
Como padres de la criatura que sale al mercado en sus primeros pasos
de atracción que refuerce los caprichos de tanto dudoso y, además como
honrosos miembros pertenecientes a las diferentes cámaras y al gremio
de producción y comercio vemos que el Gobierno está acabando con
nuestro eudemonismo que nos mantiene en un gañir desesperado que no
nos deja dormir al saber que lo nuestro no vale nada al perder su
valor intrínseco en esta oclocracia que nos está endeudando y nuestra
yeta no tiene comparación y, el palpitar de los bajos precios hacia
los pobres es un desagüe que comprime nuestros interéses en conjunto
que da tristeza.
Y, ese desprecio de desconocimiento popular y descomunal a nuestro
ramos afines que, nos han aplicado y que seguirá en un camino recto
hasta que se cansen y acaben con la oferta y la demanda y se queden de
una vez con el precio fijo que acabará con nuestro valor agregado del
que sacábamos múltiplos beneficios. Desorientará el poder adquisitivo
del venezolano y, lo influirá a que todo su aguinaldo lo va a invertir
en lo adelante en televisores, neveras, lavadoras, batidoras y, todo
lo que ande con electricidad que salían de nuestros almacenes a
consideración del negocio con pausa y que ahora pierde y no puede
celebrar unas navidades de expectativas a futuro, que en lo adelante
será incierto al no tener quien nos defienda si el Chapulín Colorado
está enfermo de vejez y del Norte no sopla buen viento después, que
nos metieron en este entierro de jugar con los caprichos de un muerto
que despierta y nos tiene contra la pared en la trama de la
complicidad inducida de dame dólares baratos y llévate lo que quieras,
pero remarcado hasta los tequeteque sin compasión que no hay tanto por
ciento a considerar que valga.
Es una máxima universal que la ambición rompe el saco de la opulencia,
pero, el buen inversionista tiene que olfatear el momento preciso de
apretar y resguardar con habilidad desmedida su amada ambición de
hacer buenos negocios y, si se nos fue la mano al remarcar precios no
nos condena eso a rectificar como tantas veces lo hemos hecho y, jamás
se había llegado a la confrontación de desvalorizar nuestros productos
que ahora no valen nada y, a nosotros nos tienen frente al paredón de
la justicia por inescrupulosos e inmorales sin juzgarnos.
Nuestras dudas y malcriadeces siempre habían sido canalizadas en un
compás de comprensión como siempre de zapatero a tus zapatos, pero el
presidente Maduro nos incapacitó de la noche a la mañana y el capital
que nos capitaliza como burgueses afortunados, bien dotados de olfato
en el mercado de las prebendas en común que se le va el tiempo en
obtener ganancias al máximo del cien por ciento: hemos quedado como
una Daka callejera y, nuestro mundo capitalista anda a la deriva y
revalorizarnos nos va a costar un sacudón y, si nos quitan el dólar
paralelo como el oxígeno de la competencia desleal que nos da para la
gran vida de vivir más por menos a lo que nos quiere acostumbrar el
Gobierno Nacional con sus malas mañas de tramposo. ¿Verdad que sí,
querida Nitu Pérez Osuna?
Y, para no perderlo todo, seguimos con Capriles que nos aseguró que en
Venezuela con él no habrá fin de mundo financiero y, que mientras haya
un camino: los precios de todos los artículos volverán a su máximo
nivel por el canal rápido de la oligarquía. Pero, no sabemos ni
tampoco él lo aseguro, para cuándo será eso.