El viceministerio de la Felicidad Social

Para hacer el mal basta con ser una persona vulgar, sin virtud ninguna, un perfecto canalla pues. Ahí tenemos a George Bush y a Barack Obama, presidentes de los EE.UU en los últimos años. Ambos son destructores múltiples, pues en su haber hay que sumar la destrucción de Irak, de Libia, de Afganistán de Pakistán, de Siria, además de la muerte de más de un millón de personas, asesinadas por el ejército imperial, enviado por ellos a estos países para realizar tan horrorosa tarea. Pero aquí no termina la lista de hacedores del mal. Hay que sumar a ésta a otros gobernantes que en distintas partes del mundo, no tienen empacho alguno para ejecutar un programa económico-político provocador de sufrimiento en el segmento de la población más vulnerable. Tal programa comprende un conjunto de políticas sádicas, algunas de las cuales, las más criminales, son las siguientes: retraso de la edad para hacer efectivo el derecho de jubilación; disminución de las partidas destinadas a salud y educación; rebaja de los salarios de los trabajadores del estado; cesanteo de miles de empleados públicos, todo para cumplir órdenes emanadas de instituciones como el Banco Mundial, el Banco Europeo o el Fondo Monetario Internacional; expropiación de las viviendas a familias con dificultades para cancelar los alquileres o préstamos hipotecarios; expulsión de trabajadores inmigrantes, privatización a precios de remate de las empresas y servicios públicos. El resultado inmediato de tan sádicas políticas son: el aumento vertiginoso del número de personas excluidas del trabajo, los miles de desahucios, así como el incremento de la mendicidad y los suicidios. En la ejecución de tales políticas están comprometidos también y principalmente, empresarios, comerciantes y banqueros capitalistas, los más beneficiados, pues sus ganancias en vez de disminuir se incrementan. En verdad son estos los auténticos controladores del poder político, por lo que son ellos también los auténticos hacedores del mal.

En la acera de enfrente están, al contrario, los hacedores del bien. Respecto a estos es justo decir que para actuar en esta última dirección hay que ser una persona extraordinaria, virtuosa, llena de bondad, dispuesta a dar todo de sí, a entregarse a las causas más nobles, bondadosas, amorosas. En el caso de estas personas, la vida es una entrega, una donación; se vive para dar, para servir, para ayudar, para proteger. Son numerosos los ejemplos de personas así virtuosas. Fueron los casos de Jesucristo, Mathama Ghandi, la madre Teresa de Calcuta, Salvador Allende, Hugo Chávez Frías. En la actualidad también encontramos ejemplos de personas que viven su vida como una donación. Tenemos, en el campo de la medicina, al Dr. Jacinto Convit, y, en el campo de la política, a los presidentes Evo Morales y Nicolás Maduro. En este último caso lo extraordinario es que ambos usan el poder que detentan como presidentes de Bolivia y Venezuela respectivamente, para favorecer no a los ricos, como siempre había ocurrido en estos países, sino a los pobres, a los que menos tienen y a los que nunca antes habían sido beneficiados con las gestiones gubernamentales de sus antecesores mandatarios. Por esto en verdad, ambos presidentes llevan adelante programas que no se pueden calificar sino de revolucionarios, pues son programas que se salen de la norma histórica, pues en su gestión el objetivo político prioritario es el bien común, el bien social, el bien colectivo.

Y por ser un presidente revolucionario es que Nicolás Maduro en Venezuela ha creado recientemente el Viceministerio para la Felicidad Social, un Viceministerio que se justifica y entiende en el marco del proceso cambios adelantado ahora en nuestro país, por parte de un gobierno cuyas autoridades actúan de consuno para obtener un mismo fin: el bienestar del pueblo venezolano. Se trata aquí de instituir como objetivo político del gobierno revolucionario, no el crecimiento de las variables macroeconómicas, como sucede con la planificación capitalista, sino la felicidad común. Al contrario de la economía del sufrimiento, instaurada en Grecia, Portugal, España, Italia, México, Chile, etc., en nuestro país esta cristalizando la economía de la felicidad, la economía que reparte con criterio de justicia la riqueza proveniente del petróleo, En este modelo económico la prioridad son los sectores sociales más débiles, que son: los campesinos, los obreros, los niños, los ancianos, las mujeres, los maestros. Para beneficiarlos a ellos es que el gobierno chavista ha invertido entre 1999 y 2012 la descomunal cifra de 551.639 millones de dólares y creado 34 grandes misiones sociales. En ningún lugar de la tierra los gobernantes están haciendo algo así. Lo que observamos en lontananza son más bien gobiernos sádicos que instauran economías de sufrimiento. En cambio nosotros vamos por el mejor camino, el camino conducente a la felicidad, ayudados para la consecución de esta meta por el Viceministerio recién creado. En buena hora, aleluya, bienvenido. Repitamos entonces con Felipe Pirela aquella sabrosa melodía que en ritmo tropical nos invitaba a ser felices y a cantar: “Ahora seremos felices, ahora podemos cantar, pues tengo ya la casita que tanto te prometí, donde formaremos nuestro hogar”


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Sigfrido Lanz Delgado


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