A pocos días para las elecciones, que ya no se saben si son municipales o nacionales, si decidirán al alcalde o al presidente, a pocos días, las corrientes que se enfrentan en la superficie lucen agotadas, nos envuelve una bruma, una especie de "calma chicha", quizá un preludio de tormenta.
Un segmento de la población esta intoxicada de consumo, una esquizofrenia se apoderó de ella, los comerciantes bajan los precios, el gobierno lanza a su alto nivel a inspeccionar. Las batallas de la Revolución parecen escenificarse en las grandes tiendas. Las masas, mera suma de consumidores desgañitados, participan heroicas, los jefes miden las victorias en porcentajes que lograron bajar.
Ya la sociedad se acostumbró a la compra desaforada, no hay cola, ésta fue sustituida por despelote.
Entretanto dos proyectos de país se disputan la conducción:
Uno, el capitalismo con rostro humano, controlado por un Estado con mano firme, "con energía", como diría aquel ya olvidado. Estímulo a la burguesía nacional que se porta bien, esa que llaman "productiva", y a ese estímulo lo califican los incautos "liberación nacional", y ya en el pasado se llamó "desarrollismo". Junto a esto repartir la renta con abundancia, que llueva renta sobre la masa irredenta.
Este proyecto con buenas intenciones, se ve arrastrado por las exigencias materiales infinitas de la masa, y por los requerimientos del capitalismo internacional, las dos fuerzas lo modulan, el proyecto es presa de esos apetitos.
Ya la historia nuestra tiene registro de estas intenciones, de los intentos de aplicar ese modelo, alguna vez se habló de que era el que correspondía a un país rentista, hasta se llamó "socialismo rentista". El intento terminó, después de años de puntofijo, en el 27 de febrero, aquel motín decretó la muerte de este tipo de proyectos, son inviables, los dólares no alcanzan para cubrir las exigencias desmedidas.
El otro proyecto es el capitalismo franco, el de la restauración, la oligarquía. Su proyecto es claro y sencillo, ya lo conocemos: La renta para los gringos, precios petroleros viles, privatizar la industria petrolera. A la burguesía criolla, las migajas. A la masa humilde, represión. Elecciones, dentro de su grupo, pero si aparece otro Chávez le aplican la de Honduras.
Los dos proyectos están agotados, necesitan moverse. El primero, el capitalismo con rostro humano, debe avanzar hacia el Socialismo, sólo así conseguirá evitar el desastre anunciado, el motín, el fascismo. El segundo, el capitalismo franco, necesita un periodo fascista, una terapia de choque, una represión bestial para poder adecuar a la sociedad a la nueva situación.
Se entiende que la batalla es por la conciencia de los humildes, el primer proyecto, el "capitalismo humano", requiere pasar al Socialismo, para esto es necesario elevar la Conciencia del Deber Social, "abandonar el campo reformista", el consumismo, en resumen, tener una masa dispuesta a encarar los cambios culturales. El segundo proyecto necesita una brutal represión.
Es así, la situación de hoy es, como nunca antes: ¡Socialismo o barbarie!
¡Libertad inmediata para Conrado y el vasco Asier!