Mi palabra
A menos que haya una revolución universal
en la esfera de la conciencia del hombre,
nada mejorará nuestra existencia humana,
y la catástrofe a la que se encamina este mundo
será ineludible.
Václav Havel, Ex presidente de la República Checa.
El pasado viernes 23, el periodista José Francisco Mosquera, toco en su columna, un grave problema de nuestro país, sin dejar de mostrar la espina contra el gobierno. Se refirió en esa oportunidad a la cantidad de gandolas y camiones volcados con mucha frecuencia en carreteras y autopistas; dejó la interrogante para ver si alguien daba alguna explicación. Me voy a tomar el atrevimiento de tratar de escudriñar sobre esta preocupación, que viene creciendo, pero es insignificante ante una epidemia como es la cantidad de muertos por drogas, alcohol y ahora la desenfrenada carrera en motos hacia la eternidad.
Muchos pensadores han tratado de crear conciencia sobre la urgente necesidad de ponerle un freno a nuestro modelo de vida. En una oportunidad un conocido escritor italiano, se refirió preocupado por la acelerada y convulsionada sociedad de consumo de nuestra época. El fallecido poeta checoslovaco Václav Havel, con todo su exquisito verbo también nos orientó con ese visionario pensamiento, que encabeza este artículo, el cual debe servir como una cartilla, para emprender una verdadera cruzada, para enfrentar las crecientes calamidades, que vienen enlutando a millares de hogares en el mundo capitalista de hoy.
Ninguna de las campañas emprendidas por algunos medios de comunicación, ni la buena voluntad del gobierno han surtido efectos en el gran colectivo del ser humano; no ven la necesidad urgente de ocupar una mínima parte del día para reflexionar sobre la tragedia, que indeteniblemente viene creando el hombre en su afán de riqueza y a veces solamente por vivir en un mundo vacío, donde la vanidad es la única carta de presentación. Nada, ni nadie detiene a la mayoría de los motorizados en su espeluznante manera de conducir, con los resultados ampliamente conocidos, al cual me he referido en varias oportunidades, por tocar una parte del problema; las estadísticas hablan de cifras propias de películas de terror, como para no quedarnos con los brazos cruzados, esperando las soluciones desde el infinito o por la gracia divina.
Son cantidades las pruebas irrefutables, que nos demuestran el aumento de los problemas por la falta de conciencia. Cada momento escuchamos hablar del cambio en el mundo de hoy, tanto en el ser humano, como en la propia naturaleza, creando verdaderos desequilibrios emocionales, casi todos inducidos por el dinero, el sustento fundamental del mercantilismo. Cada momento escuchamos ¡El mundo está loco! por algo el papa Juan Pablo II, quien no tenía nada de socialista, menos de comunista, bautizo este modelo económico con dos palabras: capitalismo salvaje.
¿Quién detiene esta avalancha destructora? Nosotros mismos, en la medida que comencemos a tomar conciencia de la inaplazable necesidad de intercambiar experiencias positivas, para trasmitirlas en momentos tan necesarios, como el que estamos viviendo; poniendo en práctica un pensamiento del profeta Mahoma, que escuchamos muchas veces en la calle: Si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña; es decir acércanos con ejemplos sencillos y prácticos para hacernos entender; no es fácil crearle conciencia a una persona, que nunca ha sentido la necesidad de leer; el viejo refrán: los golpes enseñan no parece tener influencia en la mente de los jóvenes, los verdaderos protagonistas de estos momentos de locura; sin apartar a un considerable número de adultos, que no resisten el huracán publicitario y las informaciones mal intencionadas .
Todo esto ha venido creado un verdadero desastre; las cifras lo confirman: en los últimos diez años han muerto, solamente en accidentes de motos, más de 7000 personas, la gran mayoría jóvenes, un promedio de 2 a 3 por días y sigue creciendo. Las cárceles están abarrotadas de personas, vegetando en un mundo oscuro y sombrío, sin ningún porvenir, una carga para el estado y los familiares; aparte de esto vemos cantidades de personas atrapados por el alcohol y las drogas. A todo esto tenemos que agregar las grandes ciudades con las paradas en las horas pico repletas de pasajeros; los vehículos prácticamente no caben y los motociclistas sin ningún control; para añadir las estadísticas sobre el embarazo precoz, dijera cheo Hernández Prisco con su composición ¿A quién no le va a gustar estar bien enamorado? Todo esto deja al descubierto la verdadera cara del capitalismo, defendida con mucho tesón por la desorientada oposición de nuestro país.
Para reafirmar lo que estoy diciendo, no había terminado de escribir este artículo, cuando me llegó una información de un aparatoso accidente, ocasionada por una protesta de motorizados en la vía Acarigua-Barquisimeto; se han convertido en un problema de salud pública, incidiendo en nuestra sociedad, que empieza a parecerse a las películas de Charles Chaplin; las filmaron en cámara rápida, paradójicamente en esa época había cierta paz y tranquilidad.
Narciso Torrealba Narciso_t_29@hotmail.com