El problema central de la revolución es lograr en la práctica el protagonismo de la fuerza social que lleve a cabo la transformación de la sociedad. El presidente Maduro ha afirmado que “la clase obrera es la gran fuerza transformadora de la historia” y de esa manera ha hecho una declaración comprobada científicamente por el materialismo histórico. Carlos Marx dice que él no descubrió las clases sociales ni la lucha de clases y que su aporte consiste en señalar que la lucha de clases culmina con el triunfo del proletariado.
El centro de las controversias que se suscitan en el seno de la sociedad es el poder político. El enfrentamiento de las clases tiene como objetivo fundamental la conquista del poder político. A lo largo de la historia este ha sido el instrumento de las clases dominantes para ejercer el dominio sobre el resto de la sociedad. El poder es un arma en manos de la clase dominante para imponerse sobre las otras clases. Cuando se imponga el socialismo en toda su integridad desaparecerá la lucha de clases y, por consiguiente, se disuelve el Estado o, en otras palabras, pierde su carácter político.
Entre tanto, la clase obrera solo puede emanciparse mediante una revolución política, que necesariamente consiste en la conquista del poder, el cual en la etapa de transición al socialismo constituye un instrumento de la clase obrera para vencer la resistencia de la burguesía y adelantar los grandes planes de desarrollo social. La planificación es esencial en la construcción del socialismo y esa planificación se lleva a cabo desde el Estado.
Es obvia, en consecuencia, la gran importancia que tiene la política en la lucha de las clases oprimidas. El poder político tiene como base social el bloque histórico de las clases que constituyen las fuerzas motrices de la revolución. La clase obrera por sí sola no puede llevar a cabo la revolución y necesita ganarse a la inmensa mayoría de la población y una de las características de la clase obrera es su capacidad para influir sobre esa mayoría, ya que como creadora de la riqueza social está en capacidad de proyectarse sobre todos los sectores del país.
Además, es necesario tomar en cuenta el carácter internacional de la clase obrera que la constituye en una fuerza colosal capaz de enfrentarse al capitalismo, que es también un régimen internacional. El internacionalismo proletario contribuye poderosamente a la lucha revolucionaria en cada país.
La revolución no es la proclamación en abstracto de los valores milenarios que la humanidad ha sostenido como ideales. El socialismo utópico no llegó a alcanzar carácter científico y basaba el proyecto en los buenos sentimientos de los seres humanos. El materialismo histórico confirió a la lucha naturaleza científica desde el momento mismo en que concibió la clase obrera como la fuerza que uniera a todos los sectores explotados para conquistar el poder y llevar a cabo el cambio que ponga fin a la división de clases. La clase obrera es la única clase que al liquidar las clases sociales se liquida a sí misma.
La unidad es condición indispensable de toda labor positiva que se lleve a cabo en los pueblos. El desarrollo de la humanidad desde la más remota antigüedad ha sido el producto de la unidad de los pueblos. Toda la acción del Libertador, como lo expresara él mismo, fue una pertinaz lucha por la unidad. En la lucha de clases la unidad de la clase obrera es requisito ineludible para lograr la liberación nacional y la liberación social. Esta es la tarea trascendental que tenemos en Venezuela para garantizar la revolución y, por lo tanto, el socialismo como objetivo estratégico. Por su naturaleza social, el socialismo es el proyecto específico de la clase obrera y es la fuerza insustituible para llevarlo a cabo.