Ojo, con las elecciones, la revolución va agarrando un tinte social proletario

El resultado de las elecciones municipales del 8 de diciembre en Venezuela es el reflejo del desgarramiento interno de las clases, en donde los trabajadores organizados han comenzado a ponerle el ritmo a la revolución en una lucha descarnada contra la burguesía y sus aliados pequeños burgueses y lumpen.

Las clases medias sobreviven a costa de sus padres profesionales (médicos, abogados, profesores universitarios, ingenieros civiles y arquitectos, etc). De ahí, si el plan de viviendas, salud, defensoría de derechos sociales y de consumidores, fuerzas armadas, etc. pone en peligro la seguridad financiera de la fuente principal de abastecimiento de esta clase, pone en peligro el paraíso del pequeño burgués reaccionario, que consiste dedicarse a una vida social hedonista: no trabajar, consumir wiski, cervezas constantemente y drogas, la jodarria nocturna, vivir sin sacrificio, sin banderas (de izquierda, por supuesto) .

Esta pequeña burguesía y el lumpen que vive de la distribución de drogas, los asaltos, el mercado negro de circulación de dólares y tráfico de gasolina y otras mercancías, es la base social mayoritaria de los partidos de derecha, con una capacidad masiva de reproducir un anarquismo social, que en el contexto internacional: Libia, Egipto, Siria, Ucrania resulta ser muy atractivo a la juventud.

Por ello, si la incorporación de personal de salud cubano y de venezolanos formado en Cuba, la construcción de 300 mil viviendas con técnicos extranjeros y mano de obra popular, la intervención estatal y popular en el control de los precios de electrodomésticos, el ataque a los acaparadores de artículos de primera necesidad, la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y la criminalidad, como políticas gubernamentales han sido efectivas, la burguesía, la pequeña burguesía y el lumpen reaccionarios, que en cifras son muchos, van a defender su forma de vida con lo que esté a su alcance.

Para estos sectores sociales reaccionarios, las medidas gubernamentales significan un sabotaje a los “viernes negros” donde los propietarios hacen mucho dinero vendiendo basura y cosas vencidas, sabotaje al libre comercio de los acaparadores que esconden los productos de consumo diario para elevar los precios y un golpe fuerte a los traficantes de gasolina, drogas y dólares en el mercado negro donde se quedan con pingües ganancias.

Las clases que están sosteniendo la revolución venezolana, no son las clases medias ni el lumpen, son los trabajadores organizados de la ciudad, las zonas industriales y el campo. Por eso, para que los trabajadores continúen con la revolución, necesitan seguir profundizando las transformaciones y también, dar golpes demoledores a la filosofía que le da sustento a la forma mezquina de vivir.

 



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Memo Fernández


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