Henrique Capriles Radonski debe salir cuanto antes de la dirección de la oposición venezolana y quizás también de la gobernación de Miranda y facilitar que otro venezolano o venezolana, más allá de sus pensamientos contrarrevolucionarios, asuma el mando de la derecha con un mínimo de claridad intelectual y responsabilidad política.
Todo el mundo sabe que la MUD podría recolectar tres millones de firmas, es decir, el 15% del total de electores venezolanos y convocar a una Constituyente (artículo 348 de la Constitución), sin embargo ante el evidente deterioro del liderazgo de Capriles, luce muy probable que tal aventura termine siendo una nueva derrota para la oposición y que más tarde el Chavismo controle el poder y aplique medidas severas.
El fracaso de Capriles radica en su delirio absurdo de convertir a las elecciones municipales de 2013 en un plebiscito nacional contra el Presidente Nicolás Maduro, y posteriormente conducir a la MUD hacia una derrota estrepitosa tanto en número de alcaldías como en cantidad de votos populares.
Pero si los plebiscitos supuestamente tienen validez política (aunque no jurídica) para exigir la renuncia de los Presidentes, deberían ser todavía más vinculantes para que renuncien candidatos y mandatarios de menor rango, por ejemplo un gobernador que ha abandonado el cargo.
En resumen, Capriles debe renunciar porque entre sus múltiples errores, figura su pésima negociación haber con los adecos que el reparto de las alcaldías opositoras fuera casi todos para el partido AD y otros, y de ese modo ocasionar que Primero Justicia sea convierta infelizmente en una de las organizaciones opositoras con menos alcaldes y concejales a escala nacional.