El asunto de la crítica sobre los alegres viajeros no es porque la gente viaje. Cada quien tiene derecho a hacerlo si dispone de los medios lícitos para efectuar sus viajes y sin dar la espalda a sus obligaciones, sin evadir las responsabilidades. De esto es lo que se trata.
Si Juan Manuel tiene suficientes fondos como para darse un viajecito al Tíbet o recorrer el África, pues que lo haga, porque está haciendo uso de su dinero. Lo que no parece ajustarse a una conducta ética, es que se tengan compromisos con parte de una sociedad, con un componente humano que le ha dado su confianza en las urnas, y entonces esa persona se sienta –porque así lo considere- como liberada de ese compromiso y se marche dejando a sus seguidores nadando en problemas.
Una vez tuve la oportunidad de conocer a un médico que tenía una gran pasión por los viajes y de hecho, su pareja me comentó que le había dado la vuelta al mundo varias veces. Nunca escuché crítica alguna sobre este profesional, quien por cierto establecía un determinado tiempo de viaje, pero jamás dejaba a sus pacientes al garete y era un profesional que trabajaba todos los días.
Lo que se pretende es dejar bien claro que la responsabilidad no es un asunto de la boca para afuera. Se trata de una cualidad que pueden presentar todos los seres humanos, unos con grados mayores que otros.
En ocasiones a veces escuchamos en una que otra oficina de una empresa cualquiera, privada u oficial, que si fulanito no llegó temprano al trabajo ahora viene con una excusa, lo cual demuestra el grado de compromiso de esa persona con la organización para la cual trabaja y a veces da lugar a que lo sancionen o lo despidan. En otras ocasiones, es apreciable ver que otros se quedan trabajando fuera del horario de la oficina y son las nueve de la noche y todavía están en actividades extras.
Pero lo principal aquí, en este tema que se debate públicamente, es el de asumir la importancia que tiene el compromiso. Creo que los padres o representantes verían de muy mala manera que un maestro abandonase a sus alumnos antes de que declaren un tiempo vacacional, nada más porque quiere tomarse suficiente tiempo para descansar.
Una conducta de tal naturaleza ya la hemos visto en varias ocasiones y creo que hasta le han hecho perder un semestre a estudiantes universitarios. En el fondo, de lo que se trata es del rompimiento de un compromiso con las personas, de una deslealtad para con los estudiantes. En el caso de los políticos, que se supone tienen un compromiso con sus electores, se trata igualmente de una deslealtad.