Las depredadoras garras del capitalismo

Día a día, década tras década, minuto a minuto, segundo a segundo; y de forma minuciosa, sofisticada, engañosa y persistente el Capitalismo ha estado hundiendo sus depredadoras garras en la humanidad; imponiendo valores y patrones culturales foráneos, inoculando la psiquis con necesidades superfluas y vicios; así como deformando las genuinas y sanas formas de convivencia social, instituyendo aquellas que buscan el lucro fácil y la degradación del ser social.

En este marco de ideas, la violencia física ya no es la principal forma lesionadora, ahora observamos y/o vivimos una serie de actos de violencia estremecedores, los cuales van profundizando la ya precaria situación socio-emocional de quienes formamos parte del tejido social; parece no ser suficiente, el daño que le hacemos a los animales, también hay que colocarlo en la Web, para que los usuarios y usuarias, muchos de ellos niños (as) en formación, lo observen e incluso imiten; situación que se realiza bajo la complicidad de los autores del hecho, como de quienes por razones económicas y sadistas lo cuelgan en la red, incluso de quienes detentan el poder, pero se hacen los desentendidos.

Un ejemplo de ello, es el caso del sórdido ataque a los toros, en unas jornada que bufónicamente se han denominado: “Fiestas Taurinas”, evento donde se lástima a este animal de manera brutal, hasta hacerle reaccionar en contra del atacante; pero si esto no es suficiente, entonces se coloca de manera reiterada, una propaganda en la televisión, donde el animal claramente atormentado, es capaz de saltar una talanquera en búsqueda del atacante, o quizás tratando de huir, no sé; de lo que si estoy segura, es que es una clara forma de violencia ejercida por el hombre ante un ser más débil, en este caso el toro, ¿cuantas Fanny Pachón, necesitaremos para que ese acabe con este tipo de juegos inhumanos?; pero por si ello fuera poco, también tenemos, peleas de perros, gallos, etc., donde la esencia parece ser la excitación que produce el triunfo de uno de éstos animales, cuando mata al otro, de forma desgarradora y sangrienta.

Pero la cuestión, es aún más grave, pues así como se adoctrina para matar a un animal; también se hace para asesinar a un ser humano, o es que acaso la existencia de asesinatos por encargo es un cuento, o una serie televisiva; NO, no, sabemos que es una realidad, quizás más cruda en otras latitudes, pero también lastimosamente existente en el nuestro, y hechos como el asesinato del gobernador de Anzoátegui, el general retirado Wilmer Moreno; quien fue acribillado en abril del presente año en Tronconal II, afamado sector de Barcelona; o el de la abogada Mariana Karina Hernández Ron, quien fue asesinada por tres sujetos armados que ingresaron a su vivienda el pasado 20 de diciembre en el sector Ojo de Agua de El Castaño, municipio Girardot, Maracay, son apenas dos ejemplos irrefutables de ello.

El tráfico de personas, es otra aberrante forma de violencia, que ha ido tomando cuerpo, y aún cuando entre los países con mayor índice, se encuentra Europa occidental y central, seguidos de América del Norte, América Central y el Caribe; Venezuela no escapa a tan nefasta realidad, y producto de la globalización mediática, el estado de descomposición de ciertos sectores y la misma dinámica social de un sistema socio-económico que se hunde en considerables contradicciones; hacen que día a día, esta práctica aberrante, vaya aniquilando de manera sigilosa y letal, a hombres, mujeres, niñas y niños que se erigen en objetos y sujetos de dicha forma de delincuencial.

Pero la situación no queda allí, y si pensamos que estas son formas muy lesionadoras, sólo tendríamos que realizar un análisis exhaustivo, completo y serio, de las realidades sentidas, vividas y observadas bajo la óptica de una globalización que trascienda de la simplicidad de lo mercantilista, para objetivarse en un proceso donde converjan condiciones objetivas y subjetivas de dicho fenómeno; además de la observancia y análisis de una multiplicidad de factores, contingencias, realidades, singularidades humanas, culturales, y raciales, sin dejar de lado el entramado afectivo y las relaciones sociales; donde «últimamente en lamentable ascenso», se evidencian manifestaciones de egoísmos, indiferencias, poca equidad, luchas de poder, etc., aspectos estos que llevan a confrontaciones donde la violencia es el manto bajo el cual se cobijan desmanes útiles, engañosos y letales que corroen el ser y obstaculizan o imposibilitan el desarrollo social.

En una sociedad casquivana, que mientras, por un lado hace alarde de la necesidad de valores como la solidaridad, igualdad, la humildad, y la no violencia; en la práctica cotidiana, inocula al individuo con mensajes televisivos distorsionados, violentos y falseados que lo confunden e inducen a conductas erradas, además de impregnarlo de situaciones donde prevalece la mezquindad, el egoísmo, la idea de que se es superior sólo por tener el último modelo de carro o celular, además de situaciones impregnadas con todo tipo de violencia; quizás algunos o algunas dirán que esto es escandaloso, pero la realidad es que en el devenir diario nos tropezamos con situaciones donde se nos violenta; una de esta formas realizadas de manera sutil pero certera, es cuando por el sólo hecho de ser mujer, no se toma en cuenta tu opinión, o cuando se te dice, es que estas desactualizada (o), sólo por ser de la tercera edad; o cuando crees que por ocupar algún cargo gubernamental eres el dueño de la verdad absoluta, y el amo de quienes trabajan contigo; o cuando denigras de alguien por exponer ideas contrarias a las tuyas, o cuando mediante un accionar socarrón y despreciable compañeras o compañeros, urden cualquier motivo para aislarte y difamarte.

La verdad es que no alcanzaría el tiempo, el papel y la tinta, para enumerar la serie de situaciones que evidencian como, por un lado tenemos un lenguaje humanista y progresista, pero en cuanto a la práctica mostramos una recalcitrante postura deshumanizante, propia de sociedades capitalistas, donde la esencia es la destrucción del hombre por el hombre; así nos convertimos en producto de una sociedad desigual donde unos pocos detentan los hilos del poder y nos domestican de acuerdo a sus intereses y necesidades, convirtiéndose ello en la peor forma de violencia, nos hace sus “sutiles esclavos y esclavas”, y luego nos castigan.

Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”

La Libertad no es nada cuando se convierte en un privilegio

Rosa Luxemburgo



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Elena Ibarra

Licenciada en Educación egresada de la Universidad de Carabobo, Doctora en Psicología Educativa y especialista en violencia de género

 ibarraelena@gmail.com

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