Estuve presidente, de visita la última semana en Guayana. Viejos nexos de trabajo y de familia me unen a esa hermosa tierra. Trabajé hace ya tiempo, en una empresa de origen norteamericano dueña de una concesión minera denominada Brisas del Cuyuní y emplazada en el kilometro 88. Allí en seis años de trabajo alcancé una Gerencia Técnica que con orgullo expone mi historia profesional cuando prevalido de mis incipientes ideas socialistas contribuí, por supuesto que con limitaciones, a forjar un proyecto minero que desarrollaríamos en la concesión. Me encontré en el vuelo de viaje con un viejo compañero de aquellos tiempos de lucha en aquella plancha 80 de aquella irreverente UCV. Y me ponía este amigo que ha tenido altas posiciones gerenciales en la industria minera guayanesa, a tono con las cosas que en el tema minero están ocurriendo en Guayana. Expiró presidente, la concesión otorgada por el estado venezolano a Brisas del Cuyuní y comenzó una vorágine perversa que bastante mal ha causado al pueblo guayanés. Después de haber invertido más de mil millones de dólares, la concesionaria no ha podido obtener una extensión de la concesión que la misma contratación prevé. Y se armó el desbarajuste. Porque ni todo empresario norteamericano es perverso, ni todo socialista tiene férrea voluntad para acometer esa hermosa idea. Como en la empresa petrolera, en la minera debió abrirse una alternativa intermedia de producción. Y por eso presidente, allí están los resultados. Cientos de trabajadores en la calle porque Minerven no cumplió totalmente sus promesas de asimilar los trabajadores. El moderno campamento minero que alguna vez quien suscribe ayudó a diseñar, luce en ruinas y un sinnúmero de mineros ilegales bordean el área donde no se cumple con las mínimas condiciones ambientales y de trabajo. El hampa organizada azota. El pranismo amenaza. Del aceptable laboratorio que se construyera tan solo queda una sombra donde se esconde la promiscuidad y la extorsión. Los lingotes de oro saltan por los lúgubres caminos de la corrupción y el dolo. Llora la tierra presidente, porque su oro que a mordiscos le extraen, tan solo le devuelve úlceras incurables. Y eso no es el socialismo minero que una vez pudimos habernos trazado. El complejo de desechar todo lo que de gringos prevenga es una idiotez de la cual la idea socialista debe desarticularse. Y en el caso minero eso es elocuente. Es sólo presidente una impresión que con certeza está extendida en toda la zona minera de Guayana. Tengo profusa duda presidente, de que lo que está ocurriendo en Brisas del Cuyuní, pueda superar aquel viejo proyecto que ayudé diseñar para desarrollar la mina. Porque presidente, basta darse una vuelta para entender que está en un barranco la política minera del país. Intente presidente, abordar con una verdadera política socialista y desacomplejada, el tema de la minería de Guayana. Por los momentos en la minería de Guayana estamos, seguro, en franco retroceso. Y sólo presidente, sería inminente el desarrollo del país si lo acometemos con entereza hacia la prosperidad, de la cual tanto alardeamos.