Homicidios: Reflexiones sobre la (in) seguridad en Venezuela (XIX)

Usualmente se toman como indicadores de la dimensión objetiva de la inseguridad la cifra de delitos que procesa el sistema, no obstante ya desde la década de los años 60 del siglo pasado se cuestiona la fiabilidad de las cifras oficiales (Kitsuse/Cicourel), puesto que las mismas no recogen la totalidad de los hechos acaecidos, ya que no todos son denunciados ni conocidos por el sistema (cifra oculta); por otro lado, en ocasiones las categorías utilizadas por las instituciones son imprecisas. Adicionalmente, los investigadores usualmente tienen problemas de acceso a las instituciones del Sistema Penal.

Ante estas críticas y dificultades se han generado otras formas para intentar conocer los delitos en su totalidad, en especial los que no llegan a ser conocidos por el sistema, de allí las encuestas de victimización y las autodenuncias. Sin embargo, si éstas no siguen un método riguroso pudieran en ocasiones inflar las cifras, distorsionando así la comprensión del fenómeno. Todo esto sin considerar que la noción misma de delito es discutible.

Por otro lado, producto de diversas coyunturas político electorales y de polarización que se han dado en Venezuela durante los últimos lustros, el acceso a la data oficial se ha restringido, lo que ha generado en algunos sectores de la oposición política la aplicación de formulas diversas para “calcular” las cifras de delitos, presentando números procedentes de metodologías más cercanas a la futurología y a la adivinación que a la descripción objetiva del fenómeno en sí.

El silencio oficial y las especulaciones de la oposición no contribuyen en absoluto a un adecuado análisis, ni a la toma de decisiones acertadas sobre el problema, por el contrario, crean un clima que dificulta estos procesos.

Más allá de las acotaciones anteriores, el homicidio es considerado como la conducta delictiva más grave, es un indicador indiscutible de la situación objetiva de la inseguridad y de la violencia delictiva, además, por su gravedad la cifra oculta en estos casos es mínima.

Venezuela tiene una de las mayores tasas de homicidio del mundo, en diciembre de 2013, el Ministro de Interiores informó que la tasa de homicidios fue de 39 pcmh. Estas cifras resultan alarmantes cuando se contrastan con la tasa mundial que para el año 2011 había sido estimada en 6,9 (ONUDC), en este mismo sentido, la OMS estima que una tasa de 10 puede considerarse ya como una epidemia.

Es importante tener en cuenta que la tendencia de los homicidios en América Latina y el Caribe durante la última década también ha sido creciente, desde el año 2000 al 2010 ha aumentado en un 11%, con más de un millón de personas fallecidas a causa de la criminalidad violenta (ONUDC). En el caso venezolano, la tendencia en el aumento de los homicidios ha sido progresiva durante los últimos 60 años, y tal como ya se ha señalado, las tasas actuales exceden en mucho al promedio regional y mundial.

De allí la necesidad de conocer en detalle el fenómeno de los homicidios para buscar su reducción como una política de Estado.


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Keymer Ávila

Abogado graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Máster en Criminología y Sociología Jurídico Penal, UB (Catalunya). Investigador y Profesor de Criminología en la UCV.
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