La gente de Leopoldo López está desatada, prevaliéndose de la impunidad. Ya han realizado actos de violencia en Caracas, Valencia y Margarita. Ahora el ex Alcalde de Chacao, en complicidad con María Corina Machado, busca un baño de sangre el 12 de febrero. Los delincuentes que siguen a este par de hampones actúan porque saben que no les pasará nada, hagan lo que hagan.
Por cierto, en la MUD hay ya verdadera preocupación por las acciones de Leopoldo López y María Corina Machado, al margen del resto de la oposición. Los partidos tradicionales saben que nada tienen que ganar con esta violencia que persiguen los dos radicales, a las órdenes y financiados por Estados Unidos. Mientras tanto, Henrique Capriles juega con los dos bandos, pues se sabe rechazado por unos y otros, ya que todos lo culpan por las tres derrotas electorales consecutivas, no sólo por perder frente a Chávez y luego contra Maduro, sino también en las últimas municipales, donde el Gobernador del abandonado estado Miranda, parecía el candidato, fue el verdadero jefe de campaña y, en consecuencia, es el responsable de los resultados. La realidad es que la MUD está cadavérica, pues tiene en rechazo de la generalidad de los opositores, incluso de la inmensa mayoría de estos, que no quieren la violencia propuesta por López y Machado.
Nunca como ahora había sido tan evidente el plan estadounidense para invadir Venezuela. Leopoldo López y María Corina Machado son la punta de ese proyecto, que persigue desatar una ola de violencia que permita al imperio decir que el país se volvió ingobernable y, en consecuencia, justificar así la intervención. Es la vieja táctica norteamericana, tal y como se desarrolla en muchas partes, con ligeras variaciones. Desde Siria hasta Ucrania, EEUU siempre consigue peones venales dispuestos a destruir su propio país.
Lo sucedido en Margarita con el equipo cubano de béisbol es una vergüenza. De nuevo se nota cómo años de prédica del odio por parte de los medios de comunicación lograron penetrar en algunas personas. Se requiere ser una verdadera rata para agredir a unos deportistas, que nada tienen que ver con la política. Es la misma mentalidad de Luis Posada Carriles, que asesinó a casi un centenar de atletas volando un avión, simplemente porque eran cubanos. Se requiere de una desmesurada capacidad par el mal, de una increíble vileza, para atacar a unos huéspedes del país, que vienen a fortalecer una serie del Caribe que está moribunda. Lo grave es que a los indeseables que protagonizaron la agresión no les pasará nada, absolutamente nada. Al parecer, los únicamente seis malandros apresados quedaron en libertad minutos después de su captura. El Ministerio Público dice que va a presentarlos ante un tribunal, pero ya se sabe la diligencia de Luisa Ortega Díaz cuando se trata de hampones escuálidos, a quienes no toca ni con el pétalo de una rosa. La realidad es que ni siquiera serán enjuiciados en libertad.
Detrás de las acciones violentas contra los peloteros cubanos está Leopoldo López, que busca cómo sea calentar la calle. Este criminal empleó para ello a dos de sus esbirros en Nueva Esparta, que organizaron la turba de facinerosos que atacó a los cubanos en el hotel Venetur. Los hampones en cuestión son Jess Noriega y Giusseppe Di Fabio. Al parecer, ni siquiera serán imputados por nuestro diligente Ministerio Público.
Es muy cómodo prohibir el porte de armas legales en autobuses y busetas, cuando se lleva más de veinte años sin montarse en una unidad de transporte colectivo. Individuos como Tareck el Aissami se desplaza con tres camionetas blindadas, más de una docena de escoltas y motorizados abriendo paso. Así cualquiera apoya el desarme y que se vaya desarmado en los vehículos donde se mueve el pobre y la clase media.
Un final feliz tuvo el juicio contra los delincuentes que falsificaron notas promisorias de Bandagro, causándole al país daños por millones de dólares. Aunque usted no lo crea, el pleito penal duró más de 20 años, pues el caso lo inició Fogade en tiempo de Pérez II (1993). Nuestros diligentes tribunales y Ministerio Público finalmente sentenciaron a los jóvenes delincuentes -cuando perpetraron el delito, hoy ya están pasados de maduros- a penas severas, que en promedio alcanzan los 15 años de prisión. Condenar, incluso con dureza, con 20 años de atraso, no hace sino contribuir a la impunidad.
Otro buen ejemplo de la impunidad reinante es el asesinato cotidiano de sindicalistas. En 2013 mataron a más de 60 dirigentes sindicales, es decir, más de uno semanal. Hasta donde se sabe, ni un solo caso está judicial, ni siquiera policialmente resuelto. Las cifras ya están en el nivel de dirigentes agrarios liquidados por criminales a sueldo, que tampoco han sido resueltos por la Fiscalía. El hecho de que no haya castigo propicia este delito. 2012 fue todavía peor, pues entonces liquidaron a 72 sindicalistas. Ya es casi normal dirimir las controversias obreras con homicidas colombianos o criollos.
Los burócratas son canallas sin alma. Así hay que calificar a los autores de las medidas cambiarias. Un lector nos señala que envía una remesa a su madre, una anciana que reside en Argentina. Los cagatintas que jefean en Cadivi decidieron ahora que los receptores de remesas tienen que presentar su pasaporte. Es que sólo a un canalla puede ocurrírsele esa medida, que demuestra que simplemente están fingiendo que hacen algo para controlar la sangría por las remesas y, en lugar de investigar y sancionar algunos casos, se la ponen difícil a las personas decentes, exigiendo documentos absurdos. Al imbécil que se le ocurrió eso hay que recordarle que el pasaporte nada más se usa para viajar. Exclusivamente para viajar. Para todas las demás actividades se emplea la cédula o su equivalente. En el caso en cuestión, la cosa es aún más risible y muestra más claramente la maldad e incompetencia de los nuevos capos de Cadivi: un argentino no necesita pasaporte para venir a Venezuela, al igual que un venezolano no lo necesita para ir a Argentina, pues ambos son países de Mercosur. Basta con el documento nacional de identidad. Dicho sea de paso, a un argentino le cuesta 50 dólares obtener ese documento, que la señora en cuestión jamás ha sacado pasaporte y no piensa viajar a los 79 años.
No se sabe si es para morirse de risa o echasrse a llorar. En la misma semana, dos gravísimos signos de impunidad, de falta de autoridad y de cobardía se produjeron a pocos kilómetros uno de otro. Un grupo de hampones en moto recorrió Caracas, trancando vías en protesta porque se quiere aprobar un reglamento que luego ellos no cumplirán, tal y como hacen con la vigente ley de tránsito. El otro fue aún más grave. El hampa en dos ruedas y a pie tomó la populosa población de Ocumare del Tuy, ciudad-dormitorio de Caracas, impidiendo entrar y salir en ella, enfrentándose a plomo a la policía y riéndose del mismo gobierno que planea desarmar a la gente decente. Se supone que eran unos treinta integrantes de la banda Los Orejones, que mantuvieron a raya a diez veces más policías.Todo fue como protesta porque las autoridades le dieron su merecido a unos hampones. Por cierto, la honorable Luisa Ortega Díaz ya anunció que investigará la muerte de los hampones a manos de la policía, pero no el enfrentamiento de varias decenas de hampones con esas mismas autoridades, que confesaron que fueron superadas en poder de fuego por el malandraje. Dicho sea de paso, si algo quedó claro es que los cuerpos de seguridad actuaron de manera ridícula en este caso. Tras horas de enfrentamiento, no hubo ni siquiera un herido leve ¿Dónde practicarán tiro esos funcionarios, porque no pegan una? A no ser, más vergonzoso aún, que tuvieran orden de disparar al aire y no al aire que hay en los pulmones de los forajidos.
Una alimaña que al parecer es médico, JM Rodríguez Montalvo, de la Unidad Médica Santa Lucía, emite órdenes para hacer radiografías donde escribe textualmente que no sean en los CDI de los cubanos. Todo ello en medio de la impunidad, de la falta de sanciones. Qué clase de rata puede impedir a los pacientes buscar el apoyo, gratuito, de los CDI, donde además están los mejores equipos técnicos y humanos del país. Allí trabajan médicos, cubanos y criollos, con sensibilidad, ética profesional y deseo de curar pacientes, en lugar de hacer politiquería como esa rata de Rodríguez Montalvo. La impunidad con que actúan médicos desaprensivos hace recordar el sonado caso en la Clínica Ávila, donde una medicucha se negó a atender a su colega Jorge Rodríguez, actual alcalde de Caracas. Ni esa lacra con título de médica ni la clínica en cuestión recibieron ningún castigo.