Es evidente que la oligarquía despliega un golpe en complicidad con la oligarquía internacional, con los gringos. No es una aventurilla de los sifrinitos del Este, se trata de una operación de fina factura que avanza paso a paso en medio de una inexplicable inadvertencia de la Revolución, que parece no percibir, subestimar, el peligro.
La estrategia golpista asoma en el horizonte, la vemos, la denunciamos, pero no hacemos nada, seguimos impertérritos repitiendo clichés, confiados, dejando que pasen los días, analizando la realidad con los cristales de la ilusión.
Lo primero es ser riguroso en la crítica, correr el riesgo de superar las descripciones edulcoradas que no irritan y decir lo que tiene que ser dicho, los errores, las fallas, que es la única manera de superarlos, correr el riesgo de romper la unanimidad de aprobaciones que encubren una realidad que alimenta al golpismo. Veamos.
La Revolución ha perdido la iniciativa estratégica, la oposición consiguió golpearnos en el alma de las masas humildes, se aprovechó de nuestras fallas y estimuló el egoísmo, las salidas individuales, nos desarmó las razones sagradas por la cuáles luchar, puso en el centro de la existencia el tener, el logro fácil, el consumo desesperado, la dolaritis. Consiguió encasillarnos en una guerra económica que es más bien una carrera al consumismo, a las expectativas crecientes, insaciables, en otras palabras, nos puso a pelear en la lógica capitalista. De esta manera no había forma de fortalecer a la Revolución, un éxito allí es, en realidad, un triunfo de la espiritualidad capitalista y una derrota del Socialismo.
Olvidamos el motor de las Revoluciones, la conciencia, la pasión, y ésa, ya lo dicen los grandes hombres, no se eleva desde la riqueza, desde lo material.
En estas condiciones, se debilita el Gobierno y comienza a girar la rueda del golpe, el enemigo nos percibe débiles, porque el esquema que empleamos necesariamente nos despoja de nuestra mayor arma, el alma popular, esa que sorprendió en abril y diciembre.
Todos los días dan un paso. Tratan de separar a Diosdado del Presidente Maduro, lo cubren de sospechas. Intentan aislar a Ramírez, señalándolo como culpable de los desabastecimientos, de las dificultades con los dólares. Es una vieja táctica, focalizar la agresión en los pilares del Gobierno. Así, desarticulando su equipo, debilitan al Presidente Maduro. Es una fina campaña que viene del norte, y, en definitiva, tiene dos objetivos: yugular a la Revolución y, simultáneamente, dejar incólume al capitalismo, que no aparece como culpable de los problemas.
¿Qué hacer?
Es necesario rectificar, aún hay tiempo. No se puede construir el Socialismo indispensable, el que justifica a este gobierno, a la Revolución, al Presidente Maduro, apoyado en la burguesía, en ninguna, ni en la parasitaria ni en la productiva, todas son iguales de nocivas, enemigas del Socialismo.
El capitalismo no se puede controlar, son evasivas pensar, como alguna vez se hizo, que con dominar el comercio controlábamos al capitalismo, de allí los bicentenarios, ¡no funcionó! Ahora pretendemos controlarlo con una Ley de Precios Justos, tampoco funcionará. Quien domine la producción de mercancías y de conciencia regula la ganancia, los precios, la distribución y el consumo. El mercado, su mano invisible, su ética, no da tregua, mientras exista habrá capitalismo incontrolable.
La burguesía está desprestigiada, se robó los dólares, creó desabastecimiento, mordió la mano franca que le tendió el Gobierno. Entonces, se justifica tomar otro camino, la masa entenderá: ¡Profundizar el Socialismo!
Expliquemos las dificultades que eso traerá, fórmese un Estado Mayor de la Conciencia Socialista. Dígase la verdad a la masa humilde, convóquesela para la hermosa tarea de construir, esa es la vía. Lo otro es poner pañitos calientes a la economía capitalista y sentarnos en nuestro torbellino a esperar que el capitalismo nos derrote.
¡Viva Chávez y su legado original: el Socialismo!