No es un secreto ni para los más ingenuos pensadores de la política criolla, que Henry Falcón anda desorbitado tras el coroto presidencial. No hay pata que la mesa opositora no haya enterrado hasta el foso, sin la debida critica de medio pelo proferida por el gobernador de Lara. Siempre con un derroche de palabrería de caza, que busca situarse bien con Dios y con el diablo. Con referencia a los hechos vandálicos aupados por el tierno fascismo que asoman las clases pudientes, las declaraciones en banda que ha dado el Gobernador Falcón no pudieron ser las más elocuentes formas de demostrar su apego a los grupos más conservadores del país. Sabe Henry Falcón que la vandalia fascista expresada en un grupo de jóvenes venidos de las urbanizaciones acomodadas de las grandes ciudades, ha sido motorizada por los más tremebundos armatostes del fascismo internacional. Esas organizaciones profundamente antipopulares están desparramadas por el país con garfios incrustados en el mismo interior del gobierno desde donde impulsan claros intentonas conspirativas. En algunos sitios donde la guarimba facistoide encendía sus soeces acometidas, regularmente eran protegidos por lujosos vehículos que en acciones rápidas, les brindaban apoyo logístico con indicaciones hasta de las incursiones de los efectivos gubernamentales. Y eso lo sabe Henry Falcón. Entonces viene a declarar que está de acuerdo con esas luchas estudiantiles pero no con la violencia. Es como si dijera que le gusta comer arroz con pollo, pero sin pollo. Porque si es verdad que hay entre esos grupos algunos estudiantes, que orientados por las manos tenebrosas del fascismo llegado en casos hasta a sus hogares, no están actuando sino en una función ulterior para desarticular al gobierno revolucionario y abrir las grietas por donde se cuele la hiel del fascismo. Si el gobernador de Lara busca con esos subterfugios, adeptos desde el chavismo descontento, muy poco logrará pescar. Y lo peor es que de la oposición clásica tampoco obtendrá mayores beneficios. No ha llegado para Henry Falcón la hora de las definiciones. Y eso lo trastorna tanto, que a pesar de estar viendo la tremendura del facismo por las calles de Venezuela no apunta con tino a la ubicación del origen, sino que quiere usar las dos manos con unos objetivos electoreros que podrían de no corregir su discurso, convertirse en la tonelada de arena que enterraría sus aspiraciones.