Chávez en Los Próceres


Aquel martes en la tarde supimos la noticia. El Comandante se había ido a otros planos. Nos parecía mentira. Ese mismo día, un alumno muy joven nos escribió un mensaje de texto que rezaba así: ¿Crees que sea verdad que Chávez murió? Yo no lo creo. Para mí sigue vivo, fue un gran líder. Y no podíamos estar más de acuerdo con esas frases: El Gigante seguía con nosotros y lo confirmábamos ese jueves 14 de marzo, cuando fuimos a verlo a Los Próceres. 

Desde el 4F, Hugo Chávez se convirtió en una leyenda viviente y su tajante Por ahora persiste como un loop en el inconsciente colectivo de este país. Un brutal recordatorio de que la Revolución debe ser irreversible y que la opción de la restauración puntofijista no debe permitirse en una sociedad que ha logrado asirse del poder popular, de la democracia directa. Con todo y los defectos de la Revolución, nuestro presente es mucho más prometedor que aquellos tiempos pretéritos cuando supuestamente éramos felices y no lo sabíamos. Chávez nos devolvió la Patria, nos retornó la esperanza. Él puso la discusión política en nuestras bocas e hizo de la Constitución el libro más leído.

En Los Próceres estuvimos ocho horas y avistamos a Chávez en cada faz: en adolescentes, adultos, adultos mayores y niños. Gente de todas las clases sociales y todos los colores venía a rendir tributo a El Arañero de Sabaneta. Familias enteras con bebés en coches. Indígenas, visitantes extranjeros, trabajadores petroleros y hasta personas en esmoquin hacían las sempiternas colas para despedir al Libertador de este siglo XXI. Nadie nos pagó, nadie nos obligó. Íbamos porque deseábamos. Según los medios de propaganda de la derecha, al Comandante nadie lo quería en Venezuela; sin embargo, durante más de diez jornadas el pueblo desplegó su amor inagotable por Chávez y propinó una elegante bofetada a la miseria humana.

Vanessa Maradona jugó bolas criollas con el Comandante, Luis Enrique pudo darle la mano y fotografiarse con él. Anabel trabajó con El Gigante en Miraflores y éste la llamaba Chiquitica. Hasta nuestra madre lo conoció en la entrega de recursos monetarios a uno de los primeros Consejos Comunales formados en el país. Afortunados ellos. Nosotros nunca tuvimos la dicha de verlo personalmente, pero Chávez era como de la familia: era padre, tío, hermano y amigo. Cuando nombraba a su hermano mayor, Adán, era como si nos hablara. Siempre pensamos que si alguna vez interactuábamos con él, de seguro iba a hacer un chiste por aquella coincidencia de Adanes. ¡El Comandante era una vaina seria!

En Los Próceres constatamos que Chávez no estaba muerto y que su labor no había sido en vano. Una reveladora consigna retumbaba en cada recoveco del Paseo y resaltaba entre las demás: ¡Chávez vive, la lucha sigue!. En el futuro, cuando los niños del mundo abran sus libros de Historia tendrán que detenerse en Venezuela y analizar la obra del Comandante Eterno. Hasta la derecha reconocerá a regañadientes- la contribución de El Gigante en todas las esferas de la política y la integración. También lo extrañará. Nuestra amiga del alma, Rafaela, esbozó con el corazón lo siguiente: Lo de Bolívar me lo contaron y lo leí. Pero de Chávez lo contaré porque lo viví. Ha pasado un año de tu siembra, camarada Presidente, y es como si volvieras a nacer. ¡Viva Chávez por siempre! ¡Viva el socialismo!

ADÁN GONZÁLEZ LIENDO

@rpkampuchea

 



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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

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