Mi palabra

¡Oigan al Comandante Chávez!

La carrera de la vida es breve;

La de la gloria, eterna

Cicerón

A un señor, que se encontraba conversando con un amigo, le escuche expresar una frase, que sirve para resumir la grandeza del inmortal comandante de la Venezuela Bolivariana: “Chávez, fue un verdadero valiente, hasta los últimos días de su muerte”. Nada, ni nadie puede opacar este sentimiento de un hombre del pueblo, cuando reconoce la gallardía y el coraje, que siempre caracterizo al hijo ilustre de Sabaneta, pueblo, que vio nacer a este soldado de la patria, hoy convertido en un faro de luz, iluminando el camino por donde transitan los hijos de Bolívar en estos momentos de asecho y dificultad.

La valentía de Hugo Chávez Frías, quedo plasmada en aquel momento histórico del 4 de febrero de 1992, cuando pronunció unas palabras que llegaron al corazón de un sector muy importante de la Venezuela, marginada y pisoteada: “Compañeros: lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. Nosotros, acá en Caracas, no logramos controlar el poder. Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país, tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Oigan al Comandante Chávez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional es imposible que los logremos. Yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano, muchas gracias”.

Estas palabras demuestran la visión de un líder, para enfrentar las dificultades; después del fracaso, entendió, que no estaban dadas las condiciones para llegar al poder, por medio de un movimiento armado a pesar de la precaria situación económica de aquel entonces; sin embargo esa proclama, fue el detonante en la consciencia de millares de venezolanos ansiosos de libertad; nada comparable a las gritos y consignas de un grupo de jóvenes de hoy, impulsados alegremente por la oposición para deformar la verdad, cuando todo el mundo sabe, que en este país, ese vocablo lo han malinterpretado con libertinaje, por las debilidades propia del estado venezolano en pro de la democracia.

Ese mensaje pronunciado el 4 de febrero, puede servir con una verdadera lección, para los “lideres” de estos actos de vandalismo, que comenzaron el 12 de febrero en el estado Táchira, con muertes, daños, muchos de ellos irreparables, como los ocasionados en Maracaibo, cuando llegaron a un momento de locura, derribando más de 500 árboles en avenidas y calles en una ciudad, fuertemente castigada por el clima y ahora por la irracionalidad de un sector de la oposición. Ninguno de estos señores, han tenido la valentía de llamar a sus seguidores a deponer una actitud, que en nada favorece el buen desenvolvimiento; nada justifica esas acciones, al extremo, que en muchos casos han atentado contra bienes de utilidad pública, como son los centro de salud, nacidos al calor de este proceso emprendido por el fallecido Hugo Chávez, lo que demuestra una enfermiza obsesión por destruir los logros bolivarianos.

Las enseñanzas dejadas por el Comandante, son un libro abierto, el cual debemos resaltar, cuando se cumple un año de su muerte física y su paso a la eternidad. El 13 y 14 de abril del 2002, se produce un golpe de estado y nuevamente pone en la mesa las virtudes propias de un demócrata, dándole una verdadera lección a la manipuladora oposición encabezada por Carmona Estanga; regresa apoyado por el pueblo (el verdadero protagonista) con un Cristo en la mano; un símbolo de paz, haciéndole un llamado a un grupo de dirigentes, que lejos de retractarse, siguieron atizando la candela, tratando de recuperar por medio de la violencia el poder perdido de una manera limpia y transparente por la vía electoral.

En el tiempo, que le toco gobernar, respondió con gallardía antes la cadena de ataques; siempre mantuvo la compostura a sabiendas, que nunca iban a rectificar, porque no tenían ningún interés; su meta está muy bien trazada; sus objetivos muy claros; los mensajes muy bien diseñados, a veces abiertos y otros de manera subliminal, haciéndole ver a sus seguidores y al común del pueblo, que en verdad estamos viviendo una dictadura, cuando la realidad es totalmente contraria; por eso en una ocasión les dijo: "Los que me desean a mí la muerte yo les deseo mucha vida para que vean como la revolución bolivariana va a seguir avanzando de batalla en batalla y de victoria en victoria" . Nuevamente aparecen las marchas y protestas, ahora contra Nicolás Maduro; vendavales destruyendo todo a su paso, recordándonos el paro petrolero con Carlos Ortega, todas las tardes ¡El paro continúa! Los nuevos protagonistas son los estudiantes y un sector de la oposición ofuscada, echando fuego a la candela, cuando todos debemos sofocar las llamas.

 

 



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Narciso Torrealba


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