Es probable que no haya habido ciudadano alguno tan asediado por acogerse al ideal chavista-bolivariano como lo ha sido el actor Roque Valero. Porque no ha habido sitio público donde en presencia o en ausencia el novedoso actor no sea víctima verbal o física de las intemperancias de la oposición venezolana. Y todo este efecto que genera el atrevimiento de maltratar a los ciudadanos en las diferentes formas del guarimbeo opositor venezolano, ha generado una inquietud que si ciertamente no amenaza con derrumbar las estructuras del gobierno revolucionario, tampoco deja de impacientar con insistencia a los gobernantes y con más encono al presidente Maduro. De verdad que las muestras de intranquilidad del presidente se advierten con una claridad extraordinaria cuando escrutamos su rostro asediado hoy por enormes surcos expresivos en su frente y en sus pómulos, que hace apenas unos meses, ni siquiera se asomaban en sus definiciones faciales. Y eso advierte también al mundo que la ansiedad y el desvelo empiezan a pernoctar por las alcobas de los timoneles de la revolución. También que no es para menos. El caso Roque Valero no es aislado entre los intemperantes. Es el resultado de una ola de acciones rasantes en la vileza pública que como efecto sicológico envían un mensaje al gobierno de que se está dispuesto hasta la degradación ciudadana para mal poner a Maduro y su gobierno. Las guarimbas opositoras se han institucionalizado con una capacidad organizativa asombrosa. Por estos días se levantaba una guarimba en un sector denominado Tres Platos de Coro, arteria básica para acceder a un conjunto de clínicas aledañas. El tumulto fue de rapidísimo montaje y pude observar con detalle su instalación. Eran jóvenes de mediana clase social en donde las muchachas eran las más agresivas. Me detuve en mi vehículo indicándoles que era impropio el lugar para tales acciones y que por favor me dieran paso. Me indicaron que no pasaba y cuando un joven intentó cederme la razón y el paso, una de las muchachas, quizás la más joven del grupo, me interceptó con indignación,” Aquí no pasa usted señor, esto usted tenía que saberlo que vendría..” Me estaba diciendo que sus acciones eran preconcebidas y con algún grado de complicidad en niveles gubernamentales. Pensé. El alto gobierno debe saber que no basta con las sonrisitas de Giggi Sancheta en algún acto presidencial. Porque es que el gobierno simplemente, no ha podido desarticular el proceso del Guarimbeo. Todo indica que hay serias conexiones desde adentro del gobierno que actuando en tercera fila empujan el camión al precipicio. Y de verdad. el gobierno se muestra impotente ante la turbulencia de esos hechos. Ese poco de días libres que atosigaron al país las últimas semanas es una muestra de debilidad. Porque nada más que el trabajo creador y productivo de todos los días puede sacar esta economía de su artrosis ya casi crónica. Así que entonces, las recurrencias del efecto Roque Valero y las terribles ansiedades por las que debe estar pasando el Presidente, marcan un binomio muy sensible en el alto gobierno, con una dependencia tan brutal que ambas vicisitudes deben salir pronto del estadio nacional salvo querer ver que el desconcierto reine… que no por muchos días.