Declaraba el Decreto de Guerra a Muerte: «Españoles y canarios: Contad con la muerte, aun siendo indiferentes […]. Americanos: Contad con la vida, aun cuando seáis culpables» (j.mp/148rDr8). Gracias a ese decreto el Libertador llevó a Venezuela de un zurriburri a una guerra regular.
2014: Las guarimbas aplican una versión modificada de ese Decreto: «Venezolanos y venezolanas: Contad con la muerte aun siendo indiferentes». Justifican sus acciones diciendo que valen la pena las «molestias» por la lucha por la libertad. Algo así, si entendí bien. ¿Quién les proveyó la bandera de la Guerra a Muerte que están ondeando?
Cierto: se viola la libertad en Venezuela. Las guarimbas extirpan los siguientes derechos constitucionales: libre circulación; propiedad (cuando no te dejan llegar a tu vivienda o abrir tu negocio); salud (cuando no te dejan acudir a un hospital, incluso en emergencia); educación (cuando cierran centros educativos) y vida (cuando desde terrazas fusilan a alguien de este bando y a cualquiera del otro para instigar el conflicto entre compatriotas, contad con la muerte).
Es más: hay cubanos promoviendo la violencia: María Conchita Alonso, su ofuscado hermano Robert Alonso, Otro Reich, Luis Posada Carriles, Ileana Ros-Lehtinen, etc.
Mientras el Imperio no dé la orden de parar, estamos bajo amenaza de asesinato. Tú también. El vicepresidente de los Estados Unidos Joe Biden les bajó la línea desde Santiago de Chile, o sea: Sigan la vaina. El Paro de 2002-3 sigue vigente, porque no fue suspendido sino flexibilizado. Las guarimbas espontáneas de 2004, que espontáneamente usaban todas idénticas chinas profesionales, espontáneamente se evaporaron de la noche a la mañana. Órdenes son órdenes.
El mundo al revés que dice Eduardo Galeano: se dicen democráticos y no respetan ninguno de los principios democráticos. Se dicen pacíficos. Luchan contra la inseguridad y la multiplican. Luchan contra el desabastecimiento y atacan comercios de alimentos y queman camiones que los distribuyen. Facilito. Se llama disociación sicótica.
No estoy versado en arte militar, pero sí sé que en toda guerra, incluso la Segunda Mundial, la más destructiva de la historia inhumana, en que hasta se lanzaron las dos únicas bombas atómicas usadas contra gente, se respetaban hospitales, escuelas, templos, museos. Ya no: en esta novísima doctrina militar promovida por el Imperio, no se respeta nada. Hostigan familias en un restaurante, incluyendo a un bebé. ¿Era tupamaro ese lactante? ¿Embistió ese crío a la turba, que se tuvo que defender heroicamente? Si eso no es fascismo «se parece igualito». Talan árboles, atacan el servicio de Metrobuses. Asedian CDIs; secuestran camiones de gasolina, con amenaza de hacerlos estallar y finalmente los abandonan vandalizados; matan a personas que desmantelan guarimbas; agreden con fuego edificios donde hay gente damnificada (niños y niñas incluidos); matan perros y gatos (es en serio); llaman a atravesar carros en las calles; a guardar basura y a no bañarse hasta que Maduro se vaya. No, no me volví loco, no soy yo el orate. Mira a Robert Alonso aullando por Youtube.com.
O sea, contad con la muerte.