Nicolás ha demostrado que tiene “cojones” para enfrentar al “golpe de estado permanente” pero permítasenos expresar algunas inquietudes a título muy personal. Años ha, en algún lugar de los jardines del entonces Congreso, hoy la Asamblea, sostuvimos una conversa con un muy importante político venezolano. El tema se circunscribió en dos realidades: la “democracia en la calle” y las necesidades de realizar cambios profundos constitucionales para poder alcanzar los necesarios equilibrios de Estado que obligaban, entre otras realidades objetivas, la necesaria incorporación como un todo del conjunto del sector militar. Aquel político, en el marco de su sincera honestidad, se expresó preocupado por la militante “democracia en la calle” y la práctica imposibilidad de que el sector político regente como un todo alcanzaran acuerdos entre si para poder realizar aquellos necesarios y obligados “cambios profundos constitucionales” que la propia evolución histórica del Estado venezolano así lo requería. Es decir, curiosamente, la “lucha de clases” en el marco de aquel escenario histórico no se expresaba como así lo comandaba la teoría política y su correspondiente praxis histórica sino que esa confrontación social inter-partidista era entre “grupos de intereses” capitalistas; por una parte, los “tradicionalistas” adscritos a la desgastada economía rentista y los “avanzados” quienes comenzarían sus primeros pinitos durante aquel primer gobierno de Carlos Andrés Pérez y “sus Doce Apóstoles”. Para ser más precisos, en nuestra modesta opinión, era la confrontación entre aquellos más cercanos a Washington y aquellos expresados como “eurocéntricos” cuales para aquellos precisos momentos se confrontaban, curiosamente, alrededor de la tesis colombina y el denominado “descubrimiento”, para los unos, mientras que otros se adscribieron a la realidad histórica en lo que ha calificado como de “encuentro”. Vaya usted a saber que hay detrás de las concepciones históricas de aquellos y de nosotros.
Aquella realidad en “pleno desarrollo”, desde nuestra óptica, del desarrollo y conclusión de aquellas realidades y contradicciones nacional-venezolanas llevarían, inevitablemente, a salidas no tradicionales y, mucho menos, democrático-representativa. Aquella realidad “empujaba” a “destruir” el “cul de sac” en el cual se encontraba el propio Estado venezolano que se había consumado en su permanente evolución histórica y al cual se le adicionaba el inconsciente colectivo histórico independentista venezolano confrontado con aquella estúpida tesis estadounidense de tratar de imponer la conversión de la estructura de aquellas fuerzas armadas de la 4ta. República en simples “policías de punto”, es decir, simples “guardianes de rutas” de la droga como factor fundamental de las finanzas internacionales (Colombia, Afganistán, probablemente, todo el “Triángulo Dorado”: Tailandia, Laos, Birmania) y, a la vez y al mismo tiempo, asumir su papel de “policías represores” a las muy probables expresiones sociales temporales de protesta que se expresarían contra el real futuro de la evolución necesaria y perfectible-temporal del propio sistema capitalista en su fase del neoliberalismo. Aquel escenario discutido con aquel muy serio político llevaría a dos realidades inevitables pero contradictorias entre ellas mismas: el golpe de estado y/o la muy fuerte confrontación social tan informada y repetida por nuestro Comandante en Jefe, Hugo Rafael Chávez Frías.
¿Por qué exponemos lo inmediato anterior? En primer lugar, debemos precisar que la actual “lucha de clases” que se está expresando en “barricadas y guarimbas” es, profundamente, diferente a aquel movimiento denominado como “democracia en la calle”. Cabe la pregunta: ¿Por qué Ramón Guillermo Aveledo no ha expresado, públicamente, esas profundas diferencias entre las “barricadas y guarimbas” y una posible “democracia en la calle” cual, mejor que peor, son, necesariamente, pacíficas y democráticas en ambas expresiones de la realidad teórico-política: la democracia representativa y la democracia participativa? Pues regresando a aquel muy serio político arriba en mención quien conoce perfectamente y ello nos consta en objetividad real a Ramón Guillermo sabe y conoce que el vocero de la MUD no tiene la autoridad suficiente para poder imponer con su palabra las bases políticos necesarias y obligantes para alcanzar los acuerdos correspondientes y necesarios para poder alcanzar la “unidad nacional”. Es decir, en nuestro criterio y en última instancia, el Gobierno de Nicolás Maduro Moros debería conversar, directamente, con el director de la orquesta (no nos referimos al dueño del circo) y no con los actores cirquenses; claro, siempre teniendo presente que como Gobierno revolucionario debe, constitucionalmente, imponer “la Paz del Estado”.
En segundo lugar, en algunas líneas reflexivas expresadas por escrito por el historiador Amílcar Jesús Figueroa Salazar (“Chávez: la permanente búsqueda creadora”. Editorial Trinchera. Caracas, 2014, pp. 40) quien menciona los inevitables “gazapos” que se incorporaron en la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que, en nuestro criterio, obliga a la reflexión profunda en el marco del proceso actual revolucionario bolivariano-chavista bajo el liderazgo de Maduro Moros. Pero no solo porque el proceso revolucionario tiene su propia dinámica evolutiva en perfectibilidad sino porque “lo nacional-histórico” nos está obligando a dar ese importante salto cualitativo de perfección del Estado nacional venezolano hacia derroteros más profundamente sociales en el marco de la “nueva economía” que se viene, paulatina y cuidadosamente, desarrollando sin imposiciones anti-democráticas. Es decir, esas reflexiones que requiere la actual Constitución Bolivariana implican tener en consideración para “ambas orillas” que la “lucha de clases” que se está desarrollando, aquella que se desarrollará en el transcurso de esos cambios obligatorios constitucionales y el desarrollo posterior en el nuevo marco referente constitucional conclusivo, debe sustentarse en lo real-histórico nacional, en las obligatorias confrontaciones con la actual reingeniería del sistema capitalista, con la objetividad geopolítica y sus consecuencias geoestratégicas, y, por último, las realidades consecuenciales de la profundización de la horizontalidad de su aplicación en el marco del Estado reformado en profundidad.
En tercer lugar, debemos contemplar en objetividad el real significado político-ideológico que viene promoviendo la MUD y las extremo-derechas en sus factores paramilitares y terroristas en los actuales escenarios de “barricadas y guarimbas”. Nos estamos refiriendo a los permanentes ataques contra, fundamentalmente, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y, aunque actualmente muy disminuido, el ataque a la Policía Nacional Bolivariana (PNB). Sin necesidad de entrar a analizar en todo su escenario expresivo los objetivos globales de “golpe de estado permanente” que promociona la MUD y la extrema-derecha venezolana (solo nos estamos refiriendo en este caso concreto a las expresiones nacionales pero sin negar realidades como Panamá, OEA, Washington, Parlamento Europeo, Berlín, Madrid, Londres, derechas latinoamericanas, etc.) observamos que “esa promoción zizañera y golpista” busca alcanzar dividir a lo interno la estructura tanto de la GNB y de la PNB.
En este marco expuesto debemos precisar que, irónicamente, las actuaciones tanto de aquellos que desarrollan “barricadas y guarimbas” como las correspondientes respuesta del Estado venezolano se expresan en la más pura “lucha de clases”. Por un lado tenemos que, supuestamente, todos y todas los componentes sociales que participan en las “barricadas y guarimbas” son estudiantes quienes, probablemente, en importantes número, provienen de universidades privadas acompañados por un “lumpen-proletariat” quienes se confrontan y enfrentan con los miembros de la GNB y la PNB y quienes mantienen en sus propios escenarios terroristas sus orígenes de clase. Pero tratemos de comprender la “composición social” del componente social que conforman a los participantes de las “barricadas y guarimbas”. Como lo exponíamos más arriba tendríamos estudiantes universitarios de universidades privadas, evidentemente, de clases medias altas y clases altas acompañados por grupos de clases medias transformados en “masa” (Elías Canetti) en camaradería (sic) y solidaridades (sic) con el “lumpen-proletariat” que se han adscritos a acompañar, vaya usted a saber por cuales razones, a sus contrarios de clase; es decir, en “normales condiciones sociales” éstos dos grupos, lógicamente, se confrontarían en su propia “lucha de clases”. Pero “poderoso señor es don dinero”. En el marco de ese discurso debemos precisar que si hay estudiantes universitarios de, por ejemplo, la Universidad Central de Venezuela (UCV) pero como en alguna ocasión un vice-rector académico nos comentó: “…el actual componente social que se incorpora a la UCV viene de las clases medias y altas con lo que significa que las clases de menos recursos no pueden acceder a la “Central” como era en los años 60”. Curiosidades de análisis obligatorio porque el actual escenario “ucevista” significa que los componentes sociales decisorios de la “Central” se mantendrán en el sub-conjunto de la contra-revolución y la obligada alienación de clase.
Regresemos al componente militar. El inconsciente colectivo de la sociedad urbana venezolana mantiene una actitud de rechazo hacia la GNB por aquellas experiencias que se expresaron contra los estudiantes durante la 4ta. República. Este factor sicológico ha sido muy bien explotado tanto por la MUD como por la extrema-derecha venezolana y, para muestra “un botón”. Desconozco, hasta la presente realidad actual, declaración alguna donde tanto la MUD como las derechas, en general, expresen su dolor por el asesinato de miembros de la GNB, de la PNB, del fiscal asesinado y de los caídos bolivariano-chavistas. Es decir, es la más significativa demostración de la “lucha de clases” que actualmente se viene desarrollando a nivel nacional en escenarios específicos.
Por último y en recordando nuestra conversa con el mencionado político al cual nos referimos al comienzo del presente texto. Ese serio político es un muy profundo estudioso de la Historia de Venezuela, claro, la visión positivista de la Historia Patria. Está presente, como bien conoce dicho político, en el inconsciente colectivo venezolano actitudes demostrables sobre “lo real-colombiano”. Conoce, creo, perfectamente bien, que el componente militar venezolano le “pica la urticaria” sobre ciertos temas continentales. Conoce la realidad geopolítica del entorno de Venezuela y sabe que Venezuela tiene responsabilidades continentales inevitables e impostergables. Conoce que la “nueva política económica” tiene su propio desarrollo y futuro en el marco de la evolución estructural del Estado venezolano. Conoce que “no nos encontramos, actualmente, en un cul de sac” sino en la expresión más profunda de no solo la soberbia sino la ignorancia, de intereses ajenos que, precisamente, ese político no “comulga” en su total extensión. Como en alguna ocasión me expresó que estaba contento que frente al McDonalds del Rosal un portugués colocara una arepera. Pues bien estamos en momentos donde podríamos alcanzar situaciones cuando la conversación se concentre no con quien es “el recadero” sino con quien le entrega el mensaje porque Nicolás tiene los “cojones” suficientes como para confrontar, radicalmente, este “bochinche” sí ello se convierte en necesario.