Los que no quieren tomar partido por el pueblo son unos cuántos, son muchos más de los que uno cree o se imagina en este avatar de la lucha revolucionaria diaria. Esa expresión de condenar o rechazar la violencia, “venga de donde venga”, deja mucho que desear, los delata, los deja como a Noé, delante de sus hijos, desnudos frente de los ojos del pueblo. Con esa posición, tratan de hacer ver que se colocan más allá del bien y del mal, mientras tanto, el soberano, al igual que el redentor Jesucristo, le sigue poniendo tolerablemente la otra mejilla a la burguesía antichavista para que esta lo abofetee de nuevo y hasta lo crucifique. Y aunque esta vez la burguesía lanza manotazos con mayor furia; el pueblo, en un esfuerzo último por evitar una guerra civil sigue soportando las bofetadas.
Se les olvida a los jabonosos que la condición violenta es propia de la clase burguesa, que ésta le es intrínseca porque como burguesía se considera así misma “clase universal”, cuya cualidad se le manifiesta de manera expedita y con saña despiadada cuando ve seriamente comprometidos sus intereses. Eluden en la viscosidad del no-compromiso, la responsabilidad de detenerse a considerar las raíces de la violencia, se niegan a pasarle revista a las causas que la generan, de seguro, por temor a comprometerse con la clase popular. Muchos provienen del pueblo humilde y sencillo, pero se han separado de él por miedo a definirse. ¡Señores! Cómo nunca antes es tiempo de definiciones. El pueblo nos está oyendo… nos está viendo, y nos interpela.
No es válido relajar la voluntad de combate de nuestro pueblo, ni tampoco lo es subestimar a los enemigos de nuestra patria. Si se teme a la violencia de todos los días y no hacemos nada para combatirla y derrotarla, nos pasará igualito como le sucedió a Fernando, un personaje de Las Lanzas Coloradas de Uslar Pietri. Es nuestro deber alertar en cada jornada diaria sobre el peligro que se cierne sobre nuestro pueblo, del cual formamos parte, y prepararlo para que en caso de que la violencia política siga avanzando y finalmente se instaure como guerra civil, sepa qué hacer.
Observo que en la consciencia del pueblo se ha ido alojado una indignación moral por la injusticia que campea después de las acciones de la oligarquía, la cual cada vez que intenta derrocar al gobierno bolivariano ocasiona numerosas muertes, y tanto dolor, por esas intentonas de Golpes de Estado, como la que por estos días de inquina e inhumana violencia trata de coronar acompañada por la derecha mayamera y uribista, junto a todos sus demás aliados internacionales. Ese Golpe que algún calificado redactor o redactora de Venezolana de Televisión denomina, “presunto”, se legitima de alguna manera con esa expresión de “presunto”, porque tiene idéntica connotación que el enunciado de fustigar o rechazar a la “violencia venga de donde venga” como si el pueblo la hubiese generado.
Tenemos que realizar entre el pueblo una propaganda constante donde pueda construirse o recomponerse en su seno la unidad concreta cívico militar que se requiere en estos momentos para que el legado del gran líder del pueblo latinoamericano y caribeño, Hugo Chávez, haga irreversible a la Revolución Bolivariana en esta su patria que lo vio nacer, crecer y morir. Hay un principio de situaciones justas y situaciones injustas que puede orientar a nuestro pueblo por el camino correcto. Cabe preguntarse aquí: ¿Es justo el Golpe de Estado que está en marcha en nuestro país con su estela de muertes; es justa la idea separatista de la derecha recalcitrante que aspira, además, amputarle el territorio del estado Táchira a la República Bolivariana de Venezuela y sumar en su idea al Zulia, Mérida, Trujillo y hasta Barinas… y más?
Ninguna actividad social o política podría ejercerse popularmente si no fuera considerada justa. Cuando se aplica la ley inspirados en principios burgueses tendremos decisiones como la del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que consideró que el 11 de abril del año 2002, no hubo Golpe de Estado. “El fundamento de la justicia es el pueblo”, le dijo Jean Paul Sartre al General Charles de Gaulle, cuando éste propuso que el Tribunal Russel sesionara en Francia y ante el inminente juicio que lo juzgaría en Bruselas por su militancia revolucionaria y por su irreverente filosofar.
Concurren en cualquier sociedad, dos tipos de cultura, y por consiguiente dos formas de justicia; la cultura burguesa, compleja y diferenciada, no dejando por ello tener basamento en la opresión-represión y la explotación, a las que justifica con empecinamiento; la cultura popular tosca, por su lado, violenta y poco diferenciada, es, sin embargo, la única válida, porque ésta se basa en el reclamo de la libertad plena.
Tenemos que considerar a los hijos del pueblo hombres y mujeres completos, porque no son burgueses. La fuente de toda justicia es el pueblo. La cultura burguesa es una totalidad. Los burgueses hijos de burgueses, se bañan en ella desde su más tierna infancia y durante sus estudios la asimilan completamente sin mucho esfuerzo. Y quién escoja la justicia popular estará transitando por el sendero luminoso de la libertad del pueblo porque es la más profunda y la única verdadera. Quien elija acompañar al pueblo en su andadura, entonces, deberá ayudarlo involucrándose hasta con los húmeros huesos en todas las formas de su accionar reivindicativo que lo moviliza hasta consolidar el socialismo revolucionario, igual a como lo hizo el Comandante Chávez hasta el último día de su vida. ¡Decidamos la acción! ¡¡Démosle la palabra al pueblo y profundicemos la unidad cívico militar!!
POST-DATA: En el articulo ¿QUÉ PASÓ CON LAS FRANELAS ROJAS Y LAS GORRAS ROJAS QUE YA NO SE VEN POR LAS CALLES DEL PUEBLO?, publicado en esta página, cuya responsabilidad suscribo, faltó colocar entre comillas la frase del párrafo tercero que aparece entre las líneas 7 y 10, la cual debió decir, desde: “por respeto a los jóvenes… hasta: derramado en vano”. Todo iba entre comillas.