El General Rodríguez Torres, en programa especial, denuncia con detalles un plan de golpe contra la Revolución chavista. Para los pelos la agresividad fascista, el odio contra la Revolución de los humildes. El peligro llama a prepararnos para enfrentar la infamia, corregir errores, tener sentido del momento histórico.
Se presenta el golpe como un caso policial, como si se tratara del reporte de un secuestro o del robo de un banco, de un delito común, datos, datos, y no se ubica en su dimensión política. Se plantea que jj rendón es malo, quizá narco, que uribe nos tiene tirria, pero se olvida la política, y desde esa actitud no se puede construir un plan de defensa del gobierno. Esta parsimonia tiene su explicación: el gobierno está empeñado en una alianza en la que sólo él cree. La oligarquía se acerca a las mesas a buscar dólares y facilidades para explotar obreros, mientras conspira por todos lados, mucho más allá de lo que se descubre. El gobierno insiste en su llamado a diálogo y la burguesía insiste en conspirar, el gobierno no denuncia a profundidad para no derribar el espejismo que ha creado con las mesas, persiste en el error de la alianza con los que lo quieren tumbar, se niega a la rectificación.
Con esta conspiración que denuncia el General Rodríguez Torres queda la pregunta: ¿qué hace la Revolución sentada con capriles, que es convicto de golpista, de reunirse con uribe para conspirar? Con esta denuncia, ¿todavía creemos en la ingenuidad de aislar a los violentos? ¿Seguiremos, cándidamente, debilitándonos?
¿Qué hacer?
La única manera de defender a la Revolución, al gobierno, al Presidente Maduro es convocando a la masa chavista, y para eso debemos enderezar entuertos. Es necesario delinear, sin ambigüedades, al enemigo, proyectar nuestro campo, nuestra meta, sin retórica, yendo a aquello que Chávez dejó instalado en lo profundo del alma popular: las razones sagradas por las cuales luchar, las que hicieron posible el Paso de los Andes, Ayacucho, y también Abril y Diciembre.
Entendamos que para esta guerra con la burguesía es necesario prepararnos, y la preparación básica, la principal arma de la Revolución, es su pueblo. De la calidad de la preparación espiritual de esa base social dependerá la calidad de la respuesta. Reactívese el estudio de la teoría, pónganse los medios al servicio de fortalecer la conciencia revolucionaria. Que la televisión sirva para algo más que transmitir chismes, humoradas de mal gusto, que se transforme en una cátedra de formación, de denuncia seria. Que regrese La Hojilla: es necesaria, ahora más que nunca, la extraordinaria conexión con el pueblo de ese programa, de Mario,. Son días de credibilidad, la Revolución no puede darse el lujo de excluir a los creíbles, a los queribles. Devuélvase la pasión de los que defienden causas altruistas, abandonemos el economicismo tonto y los coqueteos, que sólo debilitan.
Hagámosle saber a los oligarcas que un intento golpista aquí incendiará a todo el Continente, y tengamos la fuerza de las ideas y material suficiente para que esa amenaza no sea un saludo a la luna, sino una realidad que hiele a los oligarcas. Esa fuerza sólo se consigue marchando, decididos, hacia el Socialismo. Son las ideas justas, revolucionarias, aquellas capaces de regarse por todo el Continente y hacer que tiemblen los capitalistas.
Que sepan los enemigos que si se atreven, de su mundo capitalista no quedará piedra sobre piedra. Que no aceptaremos operaciones como en Honduras, como en Paraguay, que no reconoceremos más gobierno que el del Presidente Maduro, que no reconoceremos más estabilidad que la vía al Socialismo.
¡Al capitalismo ni tantico así…nada!