El título de esta columna corresponde a la segunda parte de la divisa de Daniel De León que citábamos en el artículo anterior: Organizar para unir. Unir para organizar y que sintetiza la esencia de la lucha por la emancipación de la clase obrera y de toda la humanidad.

La fortaleza de la clase obrera reside en su organización, la cual solamente es posible cuando se logra la unidad. Obviamente no puede alcanzarse la conciencia de clase mientras permanezca la división en grupos diversos de la misma clase. Tener conciencia del papel histórico que se desempeña en el conjunto de la sociedad y, por lo tanto, en la participación activa en la política, entendida ésta como la lucha por la conquista del poder político para impulsar la transformación de la estructura social.

La importancia de Daniel De León consiste en primer lugar por haber llevado a los Estados Unidos las ideas del materialismo histórico en el siglo XIX. Un venezolano que lucha por el marxismo en América mucho antes de la Revolución Rusa y que Lenin escribiera que El Estado Industrial en la forma concebida por De León deberá ser la forma de gobierno en Rusia. Que eso fuera dicho nada menos que por Lenin tiene una significación histórica que los revolucionarios no podemos pasar por alto.

El industrialismo- escribe de León- es el sistema de organización de la clase obrera que niega que la clase trabajadora y la clase capitalista sean hermanas, que reconoce la inconfundible naturaleza del conflicto entre las dos; que esa lucha no terminará, ni puede terminar, hasta que la clase capitalista sea quitada de las espaldas del trabajador; que reconoce que un perjuicio a un trabajador es un perjuicio a todos; y que, en consecuencia, y con este propósito en mente, organiza A TODA LA CLASE OBRERA EN UNA UNIÓN

De León fue compañero de Martí en la lucha por la Independencia de Cuba y con él llegó a tener periódicos dirigidos a ese propósito. La Unión Soviética publicó sus obras escogidas y a estas alturas todavía no han sido traducidas al castellano.

En Venezuela, el conocimiento que tenemos del pensamiento y la acción de este compatriota lo debemos fundamentalmente a Rodolfo Quintero, quien, desterrado en México, escribió en 1955 un folleto sobre el personaje. Posteriormente, en 1978, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela publicó su extraordinaria biografía El padre del sindicalismo norteamericano, reeditada en 2008 por el Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social de la República Bolivariana de Venezuela. Este Ministerio debe adelantar la traducción de las obras completas del ilustre venezolano, quien constituye una personalidad propicia para establecer vínculos solidarios con la clase obrera de Estados Unidos. El Internacionalismo Proletario reclama la solidaridad con la clase obrera de todos los países del mundo en momentos en que estamos llevando a cabo un proceso revolucionario.

La memoria de Rodolfo Quintero nos enseña que tenía muchos elementos en común con Daniel De León. Ambos venezolanos, marxistas, universitarios, internacionalistas y una vida dedicada por entero a la liberación de la clase obrera y al socialismo. Los revolucionarios venezolanos estamos obligados a reivindicar la obra de Daniel De León, quien hubo de desempeñar un grandioso papel en la revolución mundial, en la clase obrera norteamericana y en particular en la Revolución Rusa. Lenin es el mejor testimonio en ese sentido y este hecho debe ser motivo de orgullo para los revolucionarios venezolanos, que tenemos en él un grandioso ejemplo. La memoria de Rodolfo Quintero también nos enseña la lección que debemos continuar.