Recordar a Bolívar todas las mañanas debería ser de obligatorio cumplimiento para los gobernantes y para la sociedad toda, ese ejercicio nos ahorraría muchas dificultades y derrotas.
Bolívar, ese gigante, en su lecho de muerte, haciendo un recuento de su vida, de sus mil batallas, con la comprensión única de la geopolítica y de la condición humana que surge de las guerras por causas nobles, nos legó una alerta condensada en una frase: "Colombianos, han abusado de vuestra credulidad".
Reafirmaba su pensamiento anterior, "un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción". En aquella habitación retumbó como un rayo la triste realidad: la Revolución fue derrotada, el Padre de la Patria moría pobre, abandonado, por la ignorancia de quienes debían aclamarlo.
Es así, todo proceso que pretenda ser revolucionario debe tener al estudio, a la teoría revolucionaria, en lugar privilegiado. No es posible hacer una Revolución sin una vigorosa teoría revolucionaria. Si por el contrario se desprecia la teoría, si se sacrifica en el altar del pragmatismo, del activismo sin sentido, se está condenando el proceso a la derrota, no habrá Revolución.
Es una forma de dominación muy poderosa, y muy usada por la socialdemocracia, despreciar el estudio, hacer creer a los humildes que es malo saber. De esta manera, desprestigian, lanzan improperios a la ciencia, a la filosofía. Les aterra la teoría revolucionaria, le temen más que a cualquier burgués. Esa actitud sumerge a la masa humilde en la ignorancia, la desarma, hace imposible su liberación, recordemos al "Juan Bimba” adeco. En contraste, las clases dominantes estudian, se apropian del conocimiento y la cultura universal, y hacen de ese conocimiento arma eficaz de dominación.
Las dictaduras utilizan también la fuerza para protegerse del conocimiento, de la inteligencia. Recordemos el cerco violentísimo que el imperio español mantenía sobre las colonias americanas, impedía la entrada de libros, de ideas libertarias de Europa, la censura de la inquisición era bestial. Los fascistas quemaron libros y asesinaron poetas.
Ahora que recrudece la lucha ideológica decisiva para el futuro revolucionario, aparece con fuerza el ataque a las ideas, la castración de la discusión. Por ahora se reduce al uso de la poderosa maquinaria estatal para desprestigiar ideas y personas, desde la más alta cúpula se excluyen, sin argumentos, las críticas, se injuria, se denigra a los escritores, se amputan sus canales de comunicación. Se califica groseramente de “gamelote” a los argumentos, se deforman las tesis, pensar pasa a ser un delito, es una rebelión estudiar, el saber es una mácula que mancilla.
No ayuda a nadie responder todas las necedades que se aducen para justificar esta posición absurda. Nos limitaremos a decir, a alertar, que nunca se ha dado una Revolución triunfante sin la teoría, y que todas las Revoluciones derrotadas lo fueron antes en la teoría.
Cada uno que asuma su responsabilidad, allá aquellos que desarman a la masa, a la Revolución, que la privan del conocimiento. Pasarán a la historia como los sepultureros del Socialismo, más allá de sus rutilantes triunfos sobre los "reyes del gamelote". Sólo lamentamos que ese camino equivocado nos lleva a un barranco por donde caeremos todos en las zarpas del fascismo, los que estudian y los que no. Es una lástima que esta valiosa oportunidad de cumplir el sueño de tantos gigantes se pierda, no en los ataques del oligarca, sino en las pequeñeces de los que debían ser inmensos.
Para despedirnos, dejamos estas dos frases del hombre raíz del árbol primigenio de esta Revolución, Simón Rodríguez:
"Si se hubiera malogrado, en la ignorancia general, el talento de los escritores que nos han instruido, ¿qué sabríamos?"
Sociedades Americanas en 1828
"Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte".
Defensa de Bolívar