Si el Capitalismo hablara

Si el capitalismo tomara forma humana, ¿cómo sería?, ¿qué diría? La respuesta no es difícil. El capitalismo se nos presenta en personificaciones que muestran con claridad su talante. El mejicano slim, reputado como el más rico del mundo, rockefeller el magnate petrolero, cheney el dueño de la halliburton, los bush, al gore, putin, todo el comité central del partido comunista chino, los de la lista forbes, cisneros y mendoza, hasta los de la lista de los veinte mil millones de dólares, todos, son imágenes nítidas del capital. Tras ellos yace el monstruo moviendo los hilos de estas pequeñas marionetas engreídas que están obligadas a vivir, a actuar, de acuerdo a los intereses del capital. Simples esclavos con flux gris y corbatas de rayitas oblicuas.

Es así, el capital es un monstruo que, a través de estas encarnaciones, gobierna al mundo, dicta las guerras y acuerda la paz, destruye países y los reconstruye, contamina, ataca como una enfermedad al planeta, devasta bosques, lanza bombas atómicas, asesina Presidentes, envenena a revolucionarios, siembra el cáncer.

Somete al humano a la vida que a él le conviene, lo transformó en una máquina de consumo y de producción, lo condena a la miseria material y espiritual, lo privó de la naturaleza humana, es ahora  un “nohumano” capaz de violar las reglas más elementales de la especie, se transmutó en depredador de sus hermanos, condenado a vivir en soledad, náufrago en su propia isla llena de mercancía inservible.

El objetivo del capital es el mismo capital, reproducirse, crecer, expandirse como cáncer infinito, no tiene otra ley: “Si lo hace crecer es bueno, si da lucro es ético”. Por su egoísmo extremo, que eso es el capitalismo, es capaz de acabar con el planeta que lo alberga, exterminar la vida, él mismo cava su sepultura, junto a la sepultura de la vida.

El monstruo del capital actúa a través de los hombres marionetas, habla por su boca, mata por su mano, devasta por la gula de estos seres infestados que se hacen llamar empresarios, gobernantes.

Si pudiésemos hablar directamente con el capital y preguntarle cómo hace para mantenerse por siglos, cómo ha conseguido derrotar todas las insurrecciones, cómo consigue manipular a la humanidad toda y sumirla en el camino de su destrucción, hacer que adore a ese becerro de oro, o consultarle cuál es el secreto, el capital, con voz seguramente estruendosa, nos diría:

“Los intentos por vencerme han fallado por una razón fundamental: los revolucionarios no han tocado el origen de mi fuerza, se han perdido dando batallas en campos donde les es imposible ganar, confunden las metas, prestigian lo material. El centro de mi poder reside en el egoísmo, mientras el hombre sea egoísta, mientras las relaciones sociales sustenten el egoísmo humano, yo seré el rey, los gobernaré.

Los revolucionarios no han comprendido que yo, el capitalismo, soy la más refinada forma del egoísmo, perfeccionado por siglos, milenios.

Yo frente a una Revolución que no toque el egoísmo, del pueblo y de los gobernantes, sobre todo de los gobernantes, duermo tranquilo; mientras exista el egoísmo existiré. Por eso todas las revoluciones se han derrotado ellas mismas, siempre me he restaurado, y mi regreso es más rápido, más fácil que mi ida, que siempre es costosa.

Ahora bien, el día que encuentre a gobernantes capaces de pensar de forma suprapersonal, que con sentido religioso profesen el amor, que no caigan en la tentación de buscar adhesiones con prebendas materiales, que no cuiden el oropel del poder, ese día, sabré que comenzó mi fin.”



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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