Déjate de eso, querida Vanessa

La gran complejidad existencial del ser humano sería ya suficiente argumento para rechazar el dogmatismo simplón que cree que los problemas de la Humanidad se resolverán con fórmulas prefabricadas. Transidos entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el altruismo, los seres humanos solemos ser tan caóticos íntimamente como el mundo bizarro que hemos construido. Claro, unos son más responsables que otros. No hay ninguna duda, por ejemplo, de que los males actuales, las guerras, la cultura materialista banal y dominante, el hambre, la miseria, son producto de la explotación del hombre por el hombre y los principales responsables son los explotadores. Pero no por ello vamos a creer que los problemas de la sociedad se van a resolver con una suma de dos más dos son cuatro. Que de esta raya hacia allá está la burguesía y hacia acá el proletariado. Que basta un empujoncito a un lado de la raya para que acaezca el milagro del socialismo. Si fuera tan fácil, ya se hubiera hecho.

            En ese sentido, es claro que en Venezuela, por ejemplo, hay millones de personas honestas, trabajadoras, con buenas intenciones, que sale con entusiasmo a votar por la derecha. No son oligarcas, como le dijera Fidel a Chávez. No son demonios, son gente como nosotros.  Con toda seguridad gente ignorante y por lo tanto fácil pasto de la confusión. Pero al ser ignorantes, son también víctimas. Víctimas de la cultura TV, de la canalla mediática. Víctimas de esa ignorancia que se ha promovido desde el poder capitalista para instaurar una cultura asquerosa y deleznable. Razón tenía Bolívar: un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción. Eso le pasa a ese pueblo de clase media sobre cuyos hombros se sostiene el fascismo. También hay más de un desalmado que vota por el chavismo y hasta gobierna en su nombre, no solo hay ángeles en este cielo.

            ¿A qué viene toda esta retahíla con ínfulas filosóficas? Pues bien, hablemos del caso de Vanessa Davies. Una amable dama, inteligente, tal vez demasiado cándida para nuestro gusto. En política, probablemente le falta eso que la gente llama vulgarmente burdel, es decir recorrido, experiencia, vivencias duras. Ella tiene sus méritos, Luigino Bracci los enumera en un artículo donde además asienta A pesar de todos esos rencores que uno podría acumular; a pesar de las opiniones muy negativas sobre VTV y el Minci que me he formado desde mi subjetividad por estos y otros hechos, acumulando todos estos trancazos a través de los años, ¿eso justificaría que yo o cualquiera de los afectados nos acercásemos al programa de dos furibundos opositores, que no nos dieron tregua ni durante la muerte del Comandante Chávez, que aún hoy se burlan de él, que sólo buscan el más mínimo pelón, el más mínimo desliz, la más mínima falla para usarlas contra el proceso revolucionario?.

            Cuando nosotros salimos del edificio donde tiene su sede ANTV, con la certeza de que jamás regresaríamos, no sentimos resentimiento ni rabia. Más bien nos embargó cierta tristeza al constatar que un medio tan importante para nosotros está en manos de gente tan inepta, tan mediocre, tan intelectualmente deshonesta. Pero jamás pasó por nuestras mentes echarles las culpas a Chávez, a Maduro, a la Revolución ni mucho menos al pueblo chavista. Ni de lejos tuvimos la tentación de irnos a retratar con los enemigos de la Patria. Porque eso es lo que son César Miguel Rondón y Luis Chataing. No son simples ciudadanos de oposición, son activistas de la derecha ¿Acaso no se enteró Vanessa de que Chataing salió corriendo a armar alboroto en la plaza Alfredo Sadel, uno de los principales símbolos urbanos del fascismo?

            La Revolución no es un jardín de rosas. Hay en ella, todos lo sabemos, sinvergüenzas, corruptos, farsantes, aprovechadores  y también malos gerentes, funcionarios indolentes, burócratas insufribles que hablan de socialismo y de participación de la boca para afuera. Es parte del caos sistémico, de las complejidades con las cuales deberemos lidiar por mucho tiempo. Por eso tenemos que afirmar la resistencia del alma, permanecer en la esperanza, sin utopías pero también sin pesimismo. Desde hace tiempo pensamos que cuando somos capaces de luchar contra el estado de cosas que rechazamos profundamente, ya hemos triunfado. La victoria es no rendirse ante los demonios.

            Vanessa ha sido víctima de las complejidades humanas de las que hablábamos al inicio de este Análisis. Del resentimiento, del personalismo, de la debilidad de la conciencia. Desde aquí te decimos con cariño: déjate de eso, querida Vanessa.



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Néstor Francia


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