El lunes estuve en San Cristóbal, invitado por el Consejo Legislativo para pronunciar el tradicionalmente llamado discurso de orden con motivo del Día del Periodista, y fui honrado con la condecoración “Orden Gran Cruz de Táchira”. Agradecido de sus atenciones. En mis palabras establecí una relación entre la clausura del diario El Pregonero (1913) y la detención de su director, Rafael Arévalo González, por haber escrito un artículo postulando a un candidato a la Presidencia, prisión que duró nueve años, arrastrando un par de grillos de 75 libras. ¿Por qué fue tan brutal el dictador Juan Vicente Gómez en un país que tendría apenas un 5% de personas que sabía leer y escribir?

Los motivos serían los mismos que 70 años después explican que EEUU, Canadá y Alemania se retiraran de la Unesco como castigo por promover el nuevo orden mundial de la información y la comunicación, si no había, como sí existen ahora, países que son “malos ejemplos” por difundir sus políticas independientes, de integración y con profundo sentido social. En torno a esa relación les hablé, y debió despertar tal interés que decidieron publicarlo.

Poco después, en informal reunión con el gobernador Vielma Mora, el mayor general Vivas Landino, los directivos del Legislativo José Omar Hernández y Luna Caicedo, el colega Douglas Guerrero y otros distinguidos invitados, hubo un improvisado conversatorio.

Hablamos del Táchira y sus fronteras. Problema complejo y difícil. Llegué preguntando cómo fue posible que en la elección de alcalde la oposición, identificada con las guarimbas, que tanta destrucción causó, sacara más votos que en elecciones anteriores y, por el contrario, el chavismo vio disminuir los suyos. Regresé sin respuestas, y parece que nadie las está buscando; no se investiga a fondo para saber por qué ocurrió ese aparente contrasentido.

Del contrabando de extracción no hice sino comprobar la gravedad de la situación, “Imagínese que hace poco detuvimos un camión lleno de mangos que se llevaban”, me dijo el mayor general. Sucede que cualquier cosa que se lleve de Venezuela tiene altos precios mas allá de las fronteras y es ocasión para altas ganancias. Le digo que se comenta mucho de la complicidad de la Guardia Nacional. Se han tomado medidas, incluso rotación de personal cada 45 días. Mientras exista ese diferencial monetario será imposible acabar con ese contrabando, que permite alimentar desde Venezuela a unos ocho millones de colombianos que viven en esa zona. Un 30% de la producción nacional e importada sale hacia Colombia. “Tengo 1.800 hombres en la frontera, pero ni que tuviéramos uno cada diez metros se impediría”. Difícil explicar cómo una transnacional que tiene plantas en ambos países tolera el contrabando del mismo producto, pero mucho más barato, en perjuicio del que fabrican en Colombia.

“¿Usted sabe que San Cristóbal fue la única ciudad venezolana donde ganó el uribismo? Estamos infiltrados de paramilitares”. La economía parece dominada por ellos. Uno no sabe cómo se han multiplicado las pequeñas pulperías donde venden los productos de Mercal, pero muchos más caros, todas en manos colombianas. Cúcuta ha sido desarrollada por los venezolanos e influyen en nuestras decisiones. Por ejemplo, el segundo puente se construyó para beneficio del vecino.

Fuimos más a fondo, la verdad, no “fuimos”, fueron, yo escuchaba y preguntaba. Pareciera que está apareciendo en San Cristóbal un sentimiento anticolombiano que no existía. Ahorita hay evidencias de xenofobia. Y, por primera vez, se manifiesta la tendencia separatista, como la media luna boliviana. “El ser fronterizo en el caso de los tachirenses y nortesantandereanos es especialísimo, pues conformamos un pueblo único, anclado en las raíces hispánicas” escribe Pascual Mora-García en “Imaginario social bolivariano”. “Y el gobierno central toma decisiones sin consultar a la gente de esta región, que, como usted ve, es muy particular y compleja”.

Hubo necesidad de suspender el encuentro para el inmediato retorno.