Hay características humanas mal diseñadas o mal aprovechadas. Somos indivi-duos en sociedad, lo que crea dislocaciones por no entender que el individuo está en la sociedad que está en el individuo. Nuestra individualidad no se opone a lo social, porque son manifestaciones de la misma humanidad. La dislocación comienza cuando el individuo ignora su condición social, que es tan malo como que lo social anule la individualidad. Edgar Morin lo dejó clarito.
Cuando un individuo se opone al colectivo, roba y traiciona, como cuando un re-volucionario se cree más importante que la revolución. Se crean desórdenes y des-moralización.
Un revolucionario que roba se vuelve contrarrevolucionario y peor que la dere-cha, que puede ser honesta.
¿Cómo saber que se pone lo individual por encima del grupo? Igual que sabemos que el grupo está aplastando al individuo. Cuando el ego del individuo daña al gru-po actúa como el tonto que dice: «Jajá, el lado tuyo del barco se está hundiendo». Si como cotufas, proclamo la validez universal de comer cotufas, que no hace daño. Pero si robo, proclamo la validez universal de robar. Kant lo dejó clarito.
Pongamos que no me atrapan, que cojo unos dólares de Sicad, los meto en mer-cado negro y no importo los bienes que prometí. Estoy dañando el país y como el individuo es esencialmente social, me estoy dañando. Y no solo en lo material sino que estoy creando un clima repulsivo, invivible, pues vivo muriendo de miseria mo-ral. Sócrates lo dejó clarito.
Como humanos tenemos una facilidad pasmosa para el autoengaño; el fraile de familia judía conversa Tomás de Torquemada quemaba judíos conversos por amor al judío Cristo. Hay revolucionarios corruptos intensamente convencidos de que son buenos revolucionarios. Me alarma que no ven que sus acciones niegan lo que cre-en, porque no sé si estoy haciendo lo mismo y no lo veo.
Otros vituperan el derecho al lujo, que es malo solo cuando lo gozo negándolo a los demás. El mejor lujo es el que gozamos todos, como hacer el amor u oír una sin-fonía. Tan intensamente reprimen su gusto por el lujo a la mala que un día traquete-an, saltan la talanquera y qué alivio, ¿no? Por ahí andan dando lástima incluso a sí mismos.
Un tilín de filosofía sabatina para un domingo…
@rhm1947