Nunca como en estos años del chavismo había sido tan valorado el pensamiento y la acción de Simón Bolívar. Desde la Presidencia de la República, Hugo Chávez se encargó de difundirlo, de analizarlo en sus programas, discursos, entrevistas, y el pueblo que lo veía antes como una estatua, comenzó a hacerlo en toda su dimensión: como guerrero, como líder de un pueblo en armas, como luchador por la unidad latinoamericana, e insigne y consecuente en la búsqueda de la libertad, la justicia y la República.
No se trata de que hoy Bolívar es apreciado en su justa dimensión por los venezolanos, y a menudo citan algunas de sus palabras de más trascendencia, sino que los discursos que en fechas como esta de hoy por su natalicio, o del 19 de abril, 24 de junio y 5 de julio, que tanto se pronuncian en escenarios municipales y estadales, no hacían sino repetir las loas que comenzaron a decirse en el siglo XIX, esos discursos han cambiado radicalmente a la luz de la palabra de Chávez, de los hallazgos de historiadores con visiones distintas de la guerra patria y de sus protagonistas, algunos de ellos igualmente invisibilizados, y de los más variados episodios, y de sus ideas en tantos documentos esenciales para nuestra historia y la latinoamericana.
Bolívar también ha trascendido más allá de nuestras fronteras, ahora es mejor y mucho más conocido que en ningún otro momento de la historia, ni siquiera cuando se celebró el bicentenario de su nacimiento 1983. La mejor demostración de cómo se han difundido su figura, su pensamiento y su acción, es esa consigna que comenzaron a vocear los jóvenes y que hoy se escucha tan a menudo: “Alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”.