Una polémica musical

“Sin música la vida sería un error”
Friedrich Nietzsche

En un diario de circulación nacional, leí una información, la cual me llamó poderosamente la atención: “Daddy Yankee defiende su música”. Las declaraciones del reguetonero, fueron para responderle al director de la sinfónica nacional de la República Dominicana, Antonio Molina, quien sin ningún tapujo, expresó: “Los temas de la llamada música urbana, son un veneno para la sociedad”; estas palabras desataron la reacción del cultivador de un nuevo género musical, si, se puede llamar de esa manera: el polémico reguetón. Los argumentos utilizados por el joven, para defender su oficio se caen por su propio peso; muy vacíos, se limita a una comparación muy desorientada, cuando dice “Si la música urbana, es un veneno, la música clásica entonces es peor, porque la música preferida de Adolfo Hitler era la clásica”.

Creo, que el problema no está en quienes, oyen o escuchan determinado género musical; nace con lo expresado o proyectado por determinadas composiciones. La música es un medio para educar, entretener, y no, para deformar, como ha venido ocurriendo en los últimos años; se ha convertido en un medio de dominación en la población juvenil, al extremo de cambiarle la manera de pensar; actúan muchas veces al son de ritmos musicales muy lejos de su idiosincrasia; por algo en días pasados un Guardia nacional, se me acercó, conociendo mi manera de pensar, y mi gusto musical, para pedirme el favor de pasarle a un pendrive, algunas canciones, nada parecido a los tan escuchados vallenatos, menos los contaminantes reguetones, porque, según él, vuelve “locos” a los muchachos.

El funcionario castrense, coincide con el director de la sinfónica a pesar de estar realizando dos actividades totalmente distintas. La realidad parece ser igual en todas partes, por la penetración de los medios audiovisuales. Se está haciendo muy común oír en cualquier parte, composiciones llenas de mensajes totalmente apartados de las buenas costumbres, convirtiendo a Los “compositores” en creadores de falsas ilusiones; muchos de ellos aparecen en cautivadores videoclip, conduciendo flamantes automóviles, cuando la realidad es totalmente distinta; nacen y se levantan en los barrios pobres.

La polémica desatada en la República Dominicana, país caribeño, donde los ritmos musicales, ponen a bailar a cualquier mortal, es el momento propicio, para intervenir en una discusión necesaria, buscando rescatar algunas de las hermosas tradiciones perdidas por los apabullantes adelantos tecnológicos, convirtiendo de la noche a la mañana a muchas personas en “artistas” sin ninguna cualidad para el canto o la actuación; solamente tienen la juventud para arriesgar, conscientes de no tener nada que perder, al contrario mucho por ganar, como ha sucedido, con una cantidad de creadores de estos adefesios, llamados música, cuando en el fondo es parte de la transculturización, dejando un daño tremendo en una etapa tan importante del ser humano, como es la adolescencia.

¿Quiénes son los defensores de este género, llamado música urbana? Por supuesto, un sector bastante numeroso de jóvenes, atrapados por los nuevos vientos de una sociedad alienada, y por la otra parte, los más beneficiados económicamente: “cantantes”, productores y las grandes medios de comunicación (audiovisuales) , los encargados de irradiar a todas partes sus mensajes, incidiendo en forma negativa en pueblos, que lentamente van perdiendo sus raíces culturales.

Son tan nocivos los temas del señor Daddy Yankee, a quien por cierto, muy pocos jóvenes, conocen su verdadero nombre (pero, ese, no es el problema); lo importante, es resaltar el veneno de algunas de sus más conocidas composiciones; tan zumbadas, que incitan a llevar el ritmo, cuando las van pronunciando sin importarles los disparates. El ejemplo más claro lo vemos en la “canción” (gasolina): “Subele el mambo pa` q mis gatas prendan los motores / Subele el mambo pa’ q mis gatas prendan los motores/ ¡Que se preparen q lo q viene es pa q le den ¡Duro!.

Por eso, estimados lectores, frente a esta realidad, está de su parte ubicarse a cualquier lado de la discusión. Sin embargo les voy a dejar un pensamiento de Johann Wolfgang Goethe, perfectamente aplicable a esta interesante discusión por el bien de la salud mental de nuestra juventud: “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”.




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Narciso Torrealba


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