Contradicciones de diverso género operan en el seno de la clase obrera, de carácter político, ideológico, económico, religioso, etc. Más, ninguna de esas contradicciones tiene carácter antagónico, es decir, que no puedan ser superadas cuando el enfrentamiento a la explotación burguesa impone la necesidad de construir una unidad que no solo esté en capacidad de enfrentar al enemigo de clase sino también de erigir una nueva sociedad.
Para alcanzar el socialismo es necesario pasar por una etapa de transición en la cual aún no se han eliminado las clases sociales. La lucha contra la burguesía implica el ascenso de la clase obrera a la dirección de la sociedad, la única clase en capacidad de aglutinar a la inmensa mayoría de la población. El socialismo es la máxima unidad social y es la gran tarea que tiene por delante el proletariado. El socialismo es, por esa razón, el proyecto específico de la clase obrera.
Si concebimos la etapa de transición como la lucha contra la burguesía es indispensable el papel que hemos definido para la clase obrera porque de lo contrario el proceso revolucionario estaría flotando en el vacío y este es un hecho imposible que ocurra en esta sociedad. Cuando hayan desaparecido las clases sociales habremos arribado a una organización social buscada por los seres humanos desde hace milenios.
Carlos Marx escribió que el capitalismo existe única y exclusivamente por la división de la clase obrera y en el caso del llamado Tercer Mundo también es indispensable la unidad obrera porque el imperialismo es el producto de la burguesía financiera de la metrópolis y la complicidad a lo interno de la alta burguesía. Es un verdadero contrasentido hablar de lucha contra la burguesía y no asumir la unidad de la adversaria estructural de esa burguesía.
Después de Marx y Engels los revolucionarios no se han dedicado a profundizar el estudio de la clase social llamada a encabezar el bloque revolucionario. Mao TseTung habló de la necesidad de investigar las contradicciones de la clase obrera, pero no lo hizo ni podía hacerlo, porque se trata de una tarea que debe llevarla a cabo una parte importante de la clase. Pensamos que en el marco de la Revolución Bolivariana, podemos en Venezuela intentar esa investigación como una necesidad del proceso que se adelanta en la actualidad y una contribución significativa al proceso revolucionario mundial.
Según cifras del Ministerio de Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social, la participación de trabajadores y trabajadoras es apenas del 17% de la fuerza activa y sabemos, además, que solo excepcionalmente se hace vida sindical. La razón es que la división no estimula la lucha ni genera confianza en los organismos de clases.
La revolución compromete, de una u otra forma, a toda la sociedad y resulta verdaderamente absurdo que no participe en forma activa la clase social revolucionaria por excelencia.
La corrupción, el acaparamiento, la ineficacia, el contrabando, el desabastecimiento de alimentos y medicinas, no pueden ser extinguidos sino por la acción de la clase obrera en cada una de las empresas donde opera y por una política general que sea expresión de las fuerzas cuya única riqueza es el trabajo. La burguesía tiene como objetivo la acumulación de dinero y es por ese motivo la que origina los vicios del capitalismo.
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