Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio. José Martí…
La estrategia que se quiere sembrar con la muerte macabra de Robert Serra, y el enfrentamiento suicida de Julio Odreman líder de un colectivo con fuerzas policiales, pueden conducir a Venezuela hacia una política suicida, que ha querido ser impuesta por los que utilizan una política antisocial, el odio se esta convirtiendo en una maquina de fabricar venefobia, como es la pretendida demolición calculada de la clase media, causada por: la inflación, escasez, inseguridad, dictada con actitudes despóticamente estalinistas, ya esto esta provocando enormes daños a la imagen de Nicolás Maduro entre los propios venezolanos.
Todo en contra del Estado social de derecho y justicia, de la ciudadanía, y hasta de la supervivencia de la forma de hacer la política misma en forma democrática.
En Venezuela la revolución bolivariana llegó al poder en 1998 a través de los votos no de las balas, no podemos sembrar un capítulo de la versión soviética, aplicando el síndrome de la política del odio que hoy se extiende en toda Venezuela, cuando por un simple accidente de transito te pueden caer a tiros. Se trata de una variante de que ser revolucionario es ser arrecho: “se esta usando la cabeza para destruir" antes que usarla para pensar y razonar.
Esto lo expreso con mucho dolor, porque no acepto ver tanta violencia, asesinatos, impunidad, politiquería y fanatismo irracional todos los días, y lo expreso sin en www.aporrea.org en forma amable me siguen permitiendo asomarme semanalmente a esta ventana de la opinión publica nacional e internacional, para escribir sobre estos asuntos que son, en la expresión de un famoso filosofo, temas de nuestro tiempo: cuando se quiere aplicar y concatenar la deplorable "política del miedo" (el atroz asesinato de Serra, y el enfrentamiento y muerte de Odreman con la policía) con la "política del odio". Escribo esto a sabiendas de que me someto corriendo todo el riesgo por opinar, asumiendo con responsabilidad, cuando utilizo mi nombre, y apellido en un debate abierto a la controversia, y a la crítica de los demás, y como están las cosas hasta poniendo peligro mi libertad y mi vida. Si a ello sumamos, además, los formatos descalificatorios con un aluvión no ya de críticas ofensivas y cortantes, hirientes, sino, incluso con injurias descaradas. Utilizando el esfuerzo de contribuir con un razonamiento lógico, con argumentos respetuosos, y enriquecedores alejados del quijotismo ramplón.
Quienes estamos preocupados por el deterioro de lo público sabemos hasta qué punto el catastrófico manejo de la Gran Recesión, impuesto hasta ahora desde un paradigma de hegemonía estalinista, que ha devastado la confianza de una parte sustancial de la ciudadanía de la política y los políticos. Sabemos que muchos vínculos tan preciosos como frágiles se han roto. Y que recorre y atraviesa a la sociedad entera una marea de malestar, resentimiento y enfado.
El odio del estalinismo y los llamados colectivos contra la critica política tiene apoyos innegables en el alto gobierno de personajes indignos de haber llegado al poder con el voto de la gente... Mucho del descontento popular que ahora se siente, ha hecho que mucha gente de valor se retire de lo público algo que cada día se vuelve más ingrato, esto proviene, sin duda alguna, por la incapacidad de la revolución bolivariana para frenar, y resolver los problemas de escasez, colas, inflación, inseguridad etc. Y para ayudar a la gente que más sufre por esta situación. Porque son muchos los que la sufren, con un penoso fundamento, subyugada a los poderes burocratizados e irrelevantes. Y viene todo esto a cuenta del suscitado asesinato del diputado Serra, y del líder del colectivo. ¿Es esto la expresión del socialismo del siglo XXI? ¿O es más bien un renacimiento de un califato criollo de la política del odio, con la agitación compulsiva de señalar al que se oponga o critique, ante los medios de comunicación, para que se lo coman los leones, a quienes sigan con la criticadera? Algo anda mal, realmente mal, cuando es tanto el descontento, por la situación económica actual.
Esto no impide, sin embargo, que la protesta por el alto costo de la vida sea tomada muy en serio. Porque en el trasfondo hay una explosión, hastío, hartazgo y crispación, creándose un malestar popular verdadero. Contra las injusticias desatadas por la crisis. Contra la desastrosa política de capitalismo de estado. Que es recesiva, compulsiva, autodestructiva y suicida. Contra la brutalidad de la imposición de un modelo caduco cada vez más multiplicador de las desigualdades entre los venezolanos.
Este amanecer oscuro de la exasperación populista pone en riesgo severo la preservación de la razón democrática como un espacio de debate. Pero es un desafío, y una amenaza, a la razón de ser de la Venezuela Bolivariana, como no habíamos conocido desde el día en que se puso en marcha el experimento de la muerte satánica con el asesinato del joven diputado.
No es con slogans anacrónicos vacios, ni con el calichoso culto a la personalidad post mortem, como saldremos de este agujero, sino industrializando la patria, y democratizando el contenido y dirección de la política bolivariana. La fecha son ahora las próximas elecciones parlamentarias del 2015. Si la revolución bolivariana por su infantilismo izquierdista no quiere perder la correlación de fuerzas dominante en Venezuela desde 1999, no basta con sentirnos guapos y apoyados por las bayonetas y los colectivos. Tampoco con vituperar, exorcizar y crucificar a todos los políticos por igual. Siempre hará falta que la gente salga a votar.
Escribo esto a sabiendas de que me expongo todos los días y cada hora del día a las dificultades, a la catarata de insultos, amenazas y descalificaciones, quienes pretenden trasmutado el viejo síndrome de la política del odio en un vertedero de difamaciones e injurias.
Percasita11@yahoo.es