cumbe.
1. m. Ven. Población formada por esclavos negros fugitivos en la que vivían como hombres libres.
Así define el Diccionario de la Real la palabra venezolana cumbe. Algunas poblaciones en donde hoy predominan afrodescendientes fueron cumbes. Estaban constituidas por gente cimarrona, por analogía con animales domésticos que cogían el monte. No tenían buena prensa ni cumbes ni cimarronaje, se les trataba con una mezcla de temor y sorna. El Negro Miguel fue vituperado por su pretensión monárquica.
Siempre fuimos población levantisca, montaraz, igualitaria, anárquica, romántica, el combustible que nutrió al ejército libertador. Pero incluso antes, ese período colonial que nos pintan tan pastoril fue una ebullición de poblaciones cimarronas alzadas, liberadas, arrocheladas en sus querencias, en sus zonas de confort. Cuenta el historiador Miquel Izard que hacia el llano venezolano migró gente indócil y variopinta que se aquerenció allí en sociedades ácratas, sin Estado, sin familia. Pero no solo gente, sino equinos, caninos y bovinos, que armaron entre todos una sociedad de abundancia, que tuvo la peor fama para la sociedad instaurada por el Imperio Español.
Esas raíces están hoy más vigentes que jamás. En tiempos idos los cumbes eran clandestinos, huraños. Rehuían toda sociedad con la sociedad. Decía Caupolicán Ovalles que no bebían agua de municipio. Se les llamaba marginales, precisamente. Pero los cumbes se desbordaron y desembocaron en las ciudades, en los cerros y otros resguardos donde arman agrupaciones independientes que no aceptan Estado alguno y se disparan como electrones libres en forma de motos acróbatas, suicidas, y raterías que fastidian, arrebatan, asesinan. Su asiento más amargo son las cárceles, donde reina un capitalismo sin modales, infernal.
No atribuyo a estas formaciones sociales carácter idílico, utópico. Con frecuencia se van al garete y ejercen una violencia horizontal invivible, con pranes, bandas, ajustes de cuenta callejeros, narcotráfico, delincuencia surtida. Son excrecencias a menudo perversas de la sociedad capitalista dominante, que no tienen derecho a la admiración. Es la parte perversa del cumbe, que debemos superar entre todos.
Pero ¿no es hoy Venezuela un inmenso cumbe? Así es percibida por el Imperio y sus perros de presa locales. La Venezuela-cumbe es agredida con guarimbas, paros-sabotajes petroleros, terrorismo gerencial, campañas mediáticas mercenarias, merodeo de la IV Flota, amenazas, infiltración de paramilitares, asesinatos selectivos, bombas y demás torpezas que muestran lo exquisita que es «la gente decente y pensante de este país», como se llama a sí misma, tan humilde.
Con Chávez nos alzamos, pero no cogimos el monte como los esclavos, sino que nos apoderamos de los resortes del Estado, que detentamos cada vez con mayor conciencia y pericia. La «sociedad civil» nos asedia con sus malcriadeces, guarimbas, guerra económica, epígonos gritones en colas para comprar productos torcidamente acaparados.
Interesante: la «sociedad civil» es cada día más imbécil e ignorante y el cumbe cada día más inteligente y estudioso. El péndulo se está meciendo ahora para acá.
@rhm1947