Mi palabra

¡Feliz año, y a cuidarse de la Chikungunya!

“Las tres enfermedades del hombre actual
son la incomunicación, la revolución tecnológica
y su vida centrada en el triunfo personal”
José Saramago


Por supuesto, que el fallecido escritor portugués, no conoció la chinche, quiebra huesos de la Chikungunya, porque también la hubiese añadida a esa destacada cita; hablo por experiencia propia; a los 65 años, he pasado por cinco intervenciones quirúrgicas, dos en Barquisimeto y tres en Acarigua, pero ninguna me ha amargado tanto la vida, como este mal de características muy peculiares; el remedio son unas pastillitas muy buscadas, tan esquivas, como pedir limosnas en la puerta de una iglesia a la salida de un matrimonio; los expertos señalan, como vector de la enfermedad a un mosquito, pero las especulaciones callejeras, hablan de un virus.

En repetidas oportunidades me he conseguido, verdaderos fanfarrones, haciendo alarde de su fortaleza, al estilo de protagonistas de películas: Sansón, Hércules y uno más reciente Supermán, a quien no le entran ni coquitos. A estos amigos solamente les pido, que la mano más poderosa, los proteja de este terrible mal, para que no queden con el cuerpo, igualito a Juan Hilario, después de haber recibido la soberana paliza del “Silbón”, en tierras de Guanarito.

En estos momentos, cuando me encuentro escribiendo para desearles un feliz y venturoso año nuevo a todos los lectores de este prestigioso diario, trato de pulsar las teclas del tablero, con la mayor sutileza posible, para no despertar el mínimo dolor de mis engarrotados dedos. La fiebre parece secarme, a pesar de la atención de dos abnegadas doctoras: mi hija, quien en su peregrinar por algunas clínicas de las ciudades gemelas, se ha encontrado con personas muy afligidas, deseando salir de ese trance, como un preso, cuando es inocente, y le anuncian la libertad. La otra es mi esposa, quien en su tiempo dedicado a la profesión de la medicina, ha vivido experiencias llenas de profundo dolor; pacientes, que pierden la razón, una de las enfermedades más lamentables de cualquier ser humano; ella como psiquiatra del IVSS de Acarigua, supo enfrentar infinidades de casos, ahora jubilada reflexiona en medio de los tiempos de la Chikungunya.

A pesar de todas las proyecciones, nuestro país, todavía no ha llegado a los índices de la hermana República de Colombia, donde prácticamente es una epidemia; los centros de salud, se encuentran totalmente abarrotados, como lo reflejan todas las informaciones de la cadena Caracol. De mi parte, sigo apegado a los refranes llaneros, para enfrentar muchos males: “A mal tiempo buena cara” aunque nos deje el alma destrozada; y el otro muy reconfortante “No hay mal que por bien no venga”, propio para el momento, porque después de esta soberana felpa, voy aprovechar de ahora en adelante para culpar a la Chikungunya, de cuantos achaques se aparezcan en el resto de mi existencia; me oirán repetir ¡La Chikungunya me dejo así! No puedo desaprovechar, esta experiencia vivida, por culpa de este inesperado mal, llegado desde muy lejos, con su nombre de la lengua africana makonde, traducido al español, doblarse por el dolor. No son cuentos de caminos, ni lamentos de niños engreídos, es que a quien le da, no desea, ni que se la nombren, porque solamente con acordarse se asusta.

Muchas personas, con largos años trajinando en la vida, repiten a cada instante ¡Todo ha cambiado! Con toda razón, porque está es una nueva manera de experimentar una paliza; me parece escuchar a los narradores europeos en la competencias ciclistas, cuando algunos atrevidos pedalistas atraviesan largos distancias en solitario, solamente con la ayuda de sus propias fuerzas ¡Tremenda paliza, se ha dado! Pero en esos casos, podemos aplicar un refrán: “Sarna con gusto no pica, y si pica no mortifica”.

Estimados lectores, les agradezco me sepan disculpar, pero parece que la tal makonde me dejó algo desorientado, porque mi deseo es desearles la mayor felicidad posible en el nuevo año, al lado de sus seres queridos, entendiendo por felicidad la mayor comprensión posible; sabemos que la situación está sumamente difícil. ¡Feliz año nuevo! ¡A cuidarse!



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Narciso Torrealba


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