Peajes: el desespero de la socialdemocracia

Difícil imaginar una medida más errática que ésta de reactivar los peajes. ¿Cómo explicar tamaño desatino? Quizá, malos consejeros, que de esos abunda el entorno; quizá, el ahogo; a lo mejor, la falta de conocimiento. Sea cual fuere la causa, en su desespero, la socialdemocracia cava su propia sepultura.

Los peajes ya fueron origen de un gran descontento regado por todo el país, todavía se recuerdan las largas colas en las autopistas, los retardos en Tazón o en Valencia son legendarios. Con esta medida, el transporte se verá seriamente afectado, el público será hostigado, ya se oyen los insultos contra el gobierno en las colas inauditas. Ese descontento volverá multiplicado, se hará político, será aprovechado por la derecha externa, desgastará más el prestigio del gobierno, se traducirá en menos votos, menos diputados.

No haber preparado a la base chavista para la caída del precio del petróleo, haber ignorado los problemas que vendrían, tratar al futuro como esclavo de los deseos, conduce al gobierno a una situación desesperada: tiene una masa acostumbrada al clientelismo, al consumismo, y no hay dólares para satisfacer el apetito popular desmedido que el gobierno mismo estimuló.

No hay nada peor que la socialdemocracia desesperada, es capaz de cualquier entuerto con tal de correr la arruga para mantenerse un poco más. Cada momento profundiza su brecha con la realidad y sólo acierta a cometer los errores más inesperados, más inexplicables, pierde la memoria y aumenta la soberbia, los cuadros más serios se apartan o son guillotinados, se forma una costra de mediocridad que precipita la situación.

La reactivación de los peajes, con algo de vergüenza, por ahora sólo la pagarán los vehículos de carga. Es, más que una medida torpe, un síntoma que indica la gravedad de la crisis que atraviesa el gobierno y la sociedad. Es señal de la escasez de recursos, algo que era previsible. También indica la falta de propósito para rectificar, se busca resolver las dificultades procurando más dinero y olvidando el alma. Esa actitud mercenaria aplasta la espiritualidad, impide la creación, la elevación de la conciencia revolucionaria, y sin conciencia revolucionaria todos los obstáculos son insalvables.

Se carece de razones para blindar a la Revolución con una conciencia que permita superar la crisis. El gobierno, en sus amoríos con el capitalismo, con los capitalistas, desdibujó su personalidad, perdió nitidez, y en estas condiciones está impedido de dar razones sagradas a la lucha contra el capitalismo que la gente percibe como socio, cómplice del gobierno.

El camino del gobierno socialdemócrata conduce al fascismo, difícil resolver la crisis con medidas desesperadas, la democracia burguesa hace agua tal como en el pacto de punto fijo, y al capitalismo sólo le queda el camino de una dictadura.

Cada minuto que pasa se hace más urgente la lucha por el Socialismo y contra el fascismo, hacer frente a la derecha fascista de la única manera que eso es posible: impulsando el Socialismo; romper el círculo infernal de la lucha antifascista que desemboca en más capitalismo.

La lucha por el Socialismo y contra el fascismo debe tener dos vertientes. Una, presionar para retomar el rumbo Socialista. Y la otra, advertir a los golpistas de cualquier pinta y cualquier plumaje que no aceptaremos entregar la Esperanza Revolucionaria bajo ninguna circunstancia, no aceptaremos golpe, ni pacto, ni cualquier otro invento perverso.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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