Seguro que al compañero Antonio Ledezma le caería maravilloso desayunar una suculenta porción de morcilla ahumada, pero eso sí, carupanera, que es de primor.
La morcilla tiene nutrientes imprescindibles para lo atinente del específico caso pero de su preparativo va a depender la asimilación de sus vitaminas; una vez embutida, se guinda esa bicha cerca de un fogón prendido con leña verde durante siete días al final de los cuales se aderezará con una pizca de caituco (onoto) molido y un ápice de ají dulce -no debe usar ajo porque éste da mal aliento, y por la misma razón, tampoco cebolla.
Es de suponer que, por obvia razón in situ abunde leña verde, la propia para ahumar, será por eso que Copei anda hecha un “pote de humo” apoyando a Ledezma y a etcéteras.
Para almorzar, dicha exquisitez podría cocinarse a la plancha, esta opción se denomina morcilla líght y habría de servirse en taza grande sin asa, también conocida como bol.
No estaría de más para el almuerzo un entremés de la misma morcilla pero a modo de sopita en botella (Celia Cruz Dixit).
Y para cenar nada más apropiado que un guisadito de morcilla que puede ser meramente carupanera, pero también podría usarse como variante esa de Caucagua que también es muy apetitosa; eso sí, pásese el condumio por agua hirviente durante cinco minutos (ni uno más ni uno menos) y sírvase de inmediato no sin antes rociar abundante vino tinto.
Para Ledezma sería un menú además de culinario, terapéutico.