Nuestra revolución es del pueblo

Es algo complejo pretender enterarse del significado de las palabras haciendo uso de los diccionarios. A manera de ejemplo, si se busca la palabra gitano se sorprenderá que estos famosos mataburros vinculan este grupo étnico con la vagabundería, así mismo, es un término asociado con los individuos que estafan u obran con engaño. Evidentemente, la DRAE tiene un componente racista en su forma de apreciar la actuación de ciertos grupos humanos. De igual manera podemos tomar como ejemplo el término revolución, refiriéndolo (la DRAE) a cambios violentos en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación. O también, asocia dicha palabra con inquietud, alboroto y sedición. Tal como lo aprecio no creo que la definición anterior encarne la Revolución Bolivariana de mi comandante Chávez.

Desde que apareció el hombre sobre el planeta y al conformarse los grupos humanos, siempre una pandilla, por lo general los malos, dominaron a una mayoría, es decir, los buenos (los pendejos), para que estos trabajaran para ellos. No creo que el proceder de los malos haya cambiado mucho, lo único que se han renovado son las técnicas y los procedimientos para subyugar. Tal estado de cosas obligó a la sociedad a que los oprimidos de siempre se soliviantaran para evitar o frenar los abusos y reclamar lo que en derecho lo correspondía. Si el bueno trabajaba la tierra era justo que las ganancias derivadas de su trajín lo disfrutara él, junto con su familia. De igual manera, si el jornalero se dobla la espalda para que la finca que él labra produzca, es razonable que el usufructo de ese pedazo de terreno no sea para el avaro que pretende explotar la faena ajena.

Como consecuencia de lo anterior surgen las clases sociales, solamente dos: los explotadores (opresores) y los explotados (oprimidos). Los primeros conformaron extensos latifundios apoderándose de inmensas extensiones de terrenos ajenos y los segundos, los que trabajaban para tributar con su labranza al explotador. No cabe duda, tal situación creó resentimientos, odios, inquinas, sed de venganza, malestares, rencores, entre tantos sentimientos adversos entre unos y otros. Ciertamente, era como imposible mantener esta situación de por vida. Un vez que se produce la revolución industrial, este sistema de explotados y explotadores no cambia. En este nuevo período son los dueños de las fábricas los explotadores y los obreros, los explotados, sin que en nada cambie en lo referente a las injusticias sociales de las cuales son víctimas los asalariados, al igual que las masas campesinas.

Muchos años transcurrieron considerando este estado de cosas se mantuvieran como una situación natural, hasta el Viejo Testamento reconoce la esclavitud como una condición habitual. Pero el mundo es dinámico y las sociedades también. Era necesario que se sustituyera lo que por un momento se tomó como una cotidianidad; es por esto que surgen individuos excepcionales que les muestra a los explotados lo irregular de esta situación. Germinan en los corazones de los subyugados la necesidad de beneficiarse con su trabajo y por lo tanto, para alcanzar el éxito tendrán que combatir. Fue así como surgió la lucha de clases, trayendo como consecuencia las revoluciones. Es la parte que no cuenta la DRAE.

Ciertamente, la revolución la concibe un hombre o un grupo para ofrecérsela a los explotados (obreros, campesinos, peones, mineros…), indicándoles las reivindicaciones que han de obtener en caso de luchar. Desde este momento la revolución se le escapa de las manos a quien la concibe, para luego pertenecerle al pueblo soberano.

La historia registra grandes revoluciones y numerosos traiciones. Desde la época del Imperio Romano se intentó por la vía pacífica (Tiberio y Cayo Graco) entregarle beneficios (tierras) a los campesinos, el resultado fue el asesinato de ambos políticos. Era y es la única vía como los explotadores sacan del ruedo a sus contendores. La Revolución Francesa fue llevada a cabo por los sans-culotte (sin calzones), miembros de las clases sociales más bajas de Francia. Estos proletarios fueron traicionados y una revolución de origen popular se transformó en una revolución burguesa. Ríos y ríos de sangre y cabezas rodadas quedaron de esta cruenta revolución que solo sirvió para que cambiaran los explotadores. Ya no serían los nobles y los aristócratas quienes subyugarían a los obreros y a los campesinos, a partir de triunfo de la Revolución Francesa, serían los burgueses las nuevas sanguijuelas, tal como se mantiene hasta ahora.

Venezuela ha pasado por varias revoluciones al igual que tantas traiciones. Las primeras fueron las del negro Miguel, la de Gual y España, entre otras cuya única intención era liberarnos de yugo opresor del explotador español. Pero nunca faltó un soplón que delatara los planes de los revolucionarios y como consecuencia, la amarga frustración. Imposible no mencionar el fracaso de Simón Bolívar en la creación de Colombia gracias a la indignidad de un grupo de "connotados" generales, entre ellos Santander y Páez. No debo dejar de lado la revolución o Guerra Federal cuando, al igual que los reveses anteriores para entregarles a los sintierra lo que a bien les pertenecía, el General Falcón traicionó, con la firma tratado de Coche, las aspiraciones del General del pueblo soberano Ezequiel Zamora, vilmente asesinado. El último gran engaño del pueblo venezolano fue en la sublevación de 23 de enero del 1958, fecha que conmemora la perfidia de Betancourt, Villalba y Caldera, quienes a través del pacto de Punto Fijo cedieron la administración de nuestra riqueza petrolera y minera a empresas trasnacionales.

Mi comandante Chávez es quien lega al pueblo venezolano la Revolución Bolivariana basada en el ideario del Libertador, de Simón Rodríguez y de Ezequiel Zamora, una revolución antimperialista, antineoliberal, popular y antiburguesa en la búsqueda de una sociedad más equitativa, como es la sociedad socialista. Tal como ocurrió en tiempos pasados no han faltado los sicofantes, los traidores, los pitiyanquis, los apátridas, los burgueses conspiradores, los oligarcas terroristas, las cicateras compañías transnacionales, las mass media mundial…entre tantos detractores de la Revolicón Bolivariana, en su empeño de derrocar el trabajo de quince años de un pueblo decidido.

Estamos a la puerta de un nuevo proceso electoral y como siempre, la oposición vinculada a intereses internacionales está afilando sus garras impregnadas de veneno mortal para darle un zarpazo a la Revolución Bolivariana. El pueblo venezolano debe estar consciente de que estamos al comienzo de un proceso de cambio hacia el socialismo, quince años no son nada dentro de una etapa de transformación histórica. No voy a nombrar los consabidos beneficios obtenidos a lo largo de este corto período de la revolución, se debe pensar en lo que se conquistará dentro de cien años, para cuando en lo que se está trabajando actualmente comience a dar fruto. Indudablemente, quince años es una espabilada histórica si lo comparamos con más de quinientos años de oprobio burgués-capitalista. No debemos arriesgar a perder lo que tanto ha costado por un paquete de harina precocida y un bulto de papel de baño.

Hugo nos legó una revolución y ahora esta es del pueblo, el verdadero protagonista del proceso de cambio. Bien decía mi comandante: "yo no soy Chávez, Chávez somos todos", en el entendido que en cada uno de los corazones de los venezolanos germina una semilla revolucionaria para que esta se propague en el tiempo y en el espacio a través de muchas generaciones. A pesar de los errores que se cometen, dado que se avanza sobre los tropiezos, no podemos entregarles el país a estos burgueses raspacupos y de pacotilla ávido de dólares, cuyo único norte es aumentar sus cuentas bancarias en dólares y comprar propiedades fuera del país, tal como lo vienen haciendo desde hace siglos. Nuestra revolución no es de diccionario, nuestra Revolución Bolivariana es del pueblo.



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Enoc Sánchez


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