La democracia burguesa es quizá la forma política más eficiente del capitalismo, en ésta la dominación se ejerce manipulando el espíritu, creando un ambiente ficticio de libertad, de igualdad de oportunidades, cuando en realidad es un cerrojo inmenso a toda disidencia al capitalismo; sólo se aceptan discrepancias en la superficie, en la forma, nunca cuestionamientos de fondo al sistema. A la democracia burguesa la conocemos bien gracias a medio siglo de pacto de punto fijo.
La democracia burguesa se expresa a plenitud en las elecciones burguesas, éstas no son una simple escogencia de candidatos, se trata de una operación inmensa de reafirmación de los valores capitalistas, un territorio propicio para el egoísmo, la zancadilla, el grupalismo, la ambición; estas características no son defectos de las elecciones, son su esencia, su naturaleza, su fisiología.
En las elecciones burguesas se refleja la relación económica capitalista, la competencia desleal se manifiesta en la escogencia de los candidatos, las ofertas engañosas tienen su correspondiente en las falsas promesas, la ambición del lucro se expresa en las prebendas de los cargos a elegir. El capitalismo se rige por la máxima “si da lucro es bueno”, las elecciones por la máxima “si sirve para ganar es lícito”. Allá, como acá, no hay escrúpulos, todo vale, hasta renegar del Socialismo si así se piensa que se obtienen más votos.
La relación económica capitalista, sus valores se afianzan en época de elecciones, un pueblo que va a elecciones burguesas sale intoxicado de capitalismo. Las Revoluciones pacíficas deben pasar, necesariamente, por un periodo de elecciones burguesas, y se puede decir que mientras permanezcan en éstas todavía no han roto el cordón umbilical, siguen atadas al capitalismo.
Ahora entramos en unas elecciones parlamentarias, quizás las más burguesas de todas las elecciones burguesas. La nación, hasta sus rincones más apartados, se estremece en los vientos de la pugna mezquina por los cargos. La unidad de los revolucionarios, que se había mantenido firme en el giro a la derecha, se ve impactada por el oportunismo. Por ejemplo, Marea Socialista se divide de una manera vergonzante: se va, pero se queda en el PSUV, levanta tienda aparte, pero deja un pie adentro. No tienen coraje político para irse, ni divergencias de fondo, ni un proyecto que justifique el gesto divisionista. En las regiones surgen las pequeñeces, los grupitos, los clanes; ya el Presidente y altísimos voceros denuncian como vicios lo que en realidad son características de las elecciones burguesas.
¿Cómo debe ser la conducta de la Revolución en las elecciones burguesas? Veamos.
En las elecciones burguesas los revolucionarios deben reflejar la conducta socialista, diferenciarse, hacer de la participación una cátedra de Revolución. Por ejemplo, en lugar de un diputado debe elegirse un equipo para ese puesto, que se rotará en el ejercicio del cargo. De esta manera se pueden introducir modificaciones: los diputados miembros de este equipo representarán un abanico más amplio del Partido y de la masa que lo eligió; al rotarse los diputados pueden, deben, conservar sus profesiones, así se evita hacer del parlamento un medio de vida. Por ejemplo, el dinero de la dieta será depositado en un fondo común y se usará para los gastos del equipo; la permanencia en la Capital de los diputados de provincia será suministrada por los Consejos Comunales, así se estrecharán los vínculos entre la masa y el parlamento. Los diputados deberán renunciar a cualquier privilegio, guardaespaldas, secretarios, asistentes, etc.
Por ejemplo, los diputados firmarán su carta de renuncia con fecha abierta y la depositarán en la dirección del PSUV, así se hará un voto de lealtad al electorado, se evitará el salto de talanquera.
Si las elecciones se encaran con una mentalidad diferente a la burguesa es posible que el apoyo a la Revolución sea mayor, porque serían percibidas como algo diferente. Es suficiente que estos puntos se discutan para dar a las elecciones otro contenido.
