Si soy pastoreño y vivo en Lídice, que es parte de la parroquia, ¿No puedo hablar de Lídice? Es una pregunta que me hago por la cantidad de veces que he escrito sobre lo que nos ocurre y no pasa nada.
Desconozco las veces que he escrito sobre las calles de Lídice, muchas de ella fracturadas por las aguas que se deslizan bajo el concreto y que socavan subterráneamente y pueden propiciar cualquier descalabro, lo que no es extraño, porque es el agua subterránea que viene del Waraira Repano, un asunto para el cual no se necesita ser inteligente y entender lo que hacen las aguas.
El principal problema, claro, es que no hay sensatos consejos comunales en Lídice, si es que existen. Me dicen que pertenezco a un consejo comunal, pero nunca he sido convocado ni conozco a los candidatos y/ o directivos, pero las calles siguen rotas.
Nadie entiende la calidad de Lídice, pero esta urbanización se crea, para dotar de viviendas a una parte de la población de la ciudad que había perdido sus casas en los años 1941/1942, por los terribles aguaceros de la época.
Creo que el camarada Chávez lo entendió antes que muchos, porque supo el por qué la decisión de Isaías Medina Angarita, Presidente para entonces de Venezuela, de construir la Urb. Obrera Municipal Lídice. Allí estuvo Guillermo García Ponce, que entendió el sentido social del General Angarita, quien fue objeto de un golpe de Estado por los adecos, dirigidos por las transnacionales de EE.UU.
La gente se aclara con las realidades, lo que ve en la calle.
Que oiga Ernesto Villegas: Las calles de Lídice fueron hechas con macadam, aunque después hayan llegado los parches de Ledezma. Todavía –Ernesto- quedan en Lídice calles hechas con macadam con parches. Porque es que en el pasado, nada se hizo con ingredientes petroleros y, para que nadie se asombre, esas calles fueron hechas en la década del 40.
Si es que los políticos y funcionarios de gobiernos no saben, Lídice soportó, en los 60, una invasión de paracaidistas que permitió el allanamiento integral de la urbanización, porque, había una fuerte integración guerrillera en la urbanización, mientras los guerrilleros urbanos impedían que los tanques subieran al sacar todas las alcantarillas y regarles aceite.
