La importancia filosófica que representa para Latinoamérica y el mundo la revolución comandada por Chávez consiste, en haber desvanecido las conclusiones filosóficas Hegelianas y renovadas por el intelectual Fukuyama, de que con el capitalismo en su fase imperialista la historia humana llegó a su fin.
Pues la revolución venezolana significaba la ruptura de la base material que sostenía tal mito y el discurso socialista del siglo XXI de Chávez como el trueno de Catatumbo sin tregua, pulverizaba el mito.
Este suceso tan venezolano, tan latinoamericano desplegó una connotación esperanzadora en los pueblos y países progresistas del mundo que vieron en Venezuela la puerta abierta a la más gloriosa redención de los oprimidos.
Destruido Chávez, se reescribe el mito con las manos de los socialdemócratas. Tanto valor humano, tanta esperanza mundial y latinoamericana no puede quedar reducida a meras relaciones económicas y a humillaciones diplomáticas que acaban por reivindicar el mito post moderno de que el socialismo es el camino escatológico que solamente lo siguen los que viven sosteniendo el pasado, los discordantes y que portarse bien, como anciano resignado o como niño bien portado que espera la aprobación de sus mayores.
Los que están reescribiendo el mito en nombre de la revolución y de Chávez deben saber que lo que hacen, dentro de la revolución es algo así como un hongo que se nutre de desperdicios y como fuerza ideológica es tan anti revolucionario, pero si llenan la pregunta que se hacía Dalton: ¿Qué hace un preservativo en el asilo de ancianos?
En nombre de la revolución, ni el socialismo se acabará en Venezuela, ni Chávez es el último revolucionario.