Este gobierno vive en un mundo de frases vacuas. Para él, decir prevalece sobre el hacer. Las frases crean una ficción que lo narcotiza, y la realidad, espontánea, implacable, le golpea en la cara haciendo que trate de ocultarla con una avalancha de nuevas frases y algunas acciones que más parecen artificios dramatúrgicos que medidas de una estrategia política. Así, huyendo, ensimismado en su cápsula de frases, el gobierno se va desgastando sin percatarse, embriagado.
Al principio las frases fueron para engañar, ahora el gobierno se cree el engaño de las frases. La situación es delicada, la esquizofrenia dirige hacia ninguna parte, y la sociedad impregnada de esa no-realidad es despojada del lenguaje que comunica e impedida de la elaboración de pensamientos más allá de lo elemental, su psiquis se empobrece a niveles de refranes y muletillas, así es fácil presa de charlatanes y fanáticos.
El pragmatismo, la falta total de estrategia produce el anterior fenómeno. Los gobernantes pierden la humildad, la soberbia es mala consejera. Los conduce, muy rápidamente, al aislamiento de la realidad y de los partidarios sensatos. Se quedan solos pero no lo perciben hasta que es demasiado tarde. Entonces, gritan en corredores solitarios donde antes la luz los encandilaba y los micrófonos abrumaban.
El daño del pragmatismo no es sólo sobre los gobernantes, daña también el ideal que nos dejó Chávez. El fracaso del gobierno es atribuido a la idea de Socialismo, su torpeza es imputada al Socialismo. Por eso el deber de los revolucionarios, de los Socialistas, es ayudar con la crítica a que el gobierno tome el rumbo del Socialismo, y, simultáneamente, dejar claro que esto no es Socialismo, que no es continuidad del gobierno de Chávez, que el pensamiento del Comandante no sustenta el accionar de este gobierno. El deber de los Revolucionarios, en resumen, es intentar preservar al gobierno de la única manera que eso es posible, avanzando hacia el Socialismo, y preservar la idea Socialista, dejarla clara para las generaciones futuras, no permitir que muera junto a un gobierno que la abandonó.
Una de las tareas principales del gobierno, quizá la principal, es rescatar el valor del lenguaje, de las palabras, derrotar la fraseología huera. Así, dotando a la masa de ese instrumento será capaz de expresar los pensamientos, de elaborarlos, de adquirir nuevos conocimientos, comenzar la recuperación de la credibilidad, la capacidad de diseñar una estrategia, un proyecto social, de empezar la sanación de la psiquis colectiva, de preparar a la sociedad para emprender la tarea hermosa de construcción de mundos que requiere de toda la capacidad intelectual.
Queda demostrado que la Revolución no es una tarea fragmentada que se puede hacer en alianza con el capitalismo, poco a poco. Queda demostrado que no hay concesiones controladas, pequeñas, del mínimo coqueteo con el capitalismo surgen los monstruos, crece su lógica, y va intoxicando todas las áreas de la sociedad, la economía, el lenguaje, los valores, la organización, la cultura y pronto todo el órgano social está contaminado, y todo el esfuerzo revolucionario es absorbido por el pasado.