Dos maneras de vivir y pensar Venezuela: el valor del punto de vista

Durante el período que gobernó Chávez, Venezuela, había en el extranjero una sensación entusiasmada de que el socialismo del siglo XXI era el socialismo, tal como una arepa es una arepa y lo único que se tenía que hacer era tragarlo. Parecía que era la época donde nadie tenía nada particular que decir del mismo socialismo, era una época de honor y todos caminaban impulsados por el frenesí revolucionario. Ver, escuchar o acompañar a Chávez era un espectáculo político de masas, irrepetible.

La práctica política con éxito que impulsó Chávez tenía un esplendor que opacaba cualquier teoría social de transformación y parecía que los hechos generaban un poco de pereza crítica intelectual. Sin embargo, después de la desaparición física de Chávez ha habido en el lapso de 2 años, señales de que la era del optimismo revolucionario se acabó y, que la situación de crisis generada en estos dos años ha abierto hasta cierto punto la discusión sobre el socialismo.

Aquí se desmiembran las opiniones, Marea Socialista, Toby Valderrama, Gonzalo Gómez, José Gregorio Mena y muchos más, han dado ejemplos excelentes publicando lo que piensan no solamente sobre el modo en que se conduce actualmente el socialismo, sino también teorizando sobre la manera en que debiera conducirse y fortalecerse este socialismo. Otros continúan apegados a la arepa, y también están activos quienes se oponen al socialismo. De estos últimos nos ocuparemos posteriormente.

LAS OPINIONES:

TOBY VALDERRAMA

(En alusión a las declaraciones del presidente Maduro sobre la despolitización del pueblo)

…La pregunta clave es ¿dónde y por qué la Revolución perdió el contacto con la masa?

El primer punto tiene que ver con el tratamiento dado a la muerte de Chávez, se redujo al duelo como si sólo se tratara de la muerte de un ser querido, cuando fue el asesinato del líder máximo de la Revolución. La muerte del Comandante fue una acción militar del enemigo oligarca, el Comandante cayó en combate. No lo supimos proteger y después de muerto no supimos elevar la lucha hasta los niveles que el hecho ameritaba, dilucidamos la contienda en el terreno de la democracia burguesa, firmamos así un armisticio. Dejamos a aquella masa que tomó las calles con sus lágrimas y su ira sin dirección, la llamamos a sus casas a esperar las elecciones burguesas, cuando hemos debido profundizar la Revolución, que era la única manera de honrar al jefe caído.

El segundo punto de despolitización, de desideologización sucedió dentro del alto gobierno, que se paralizó y buscó un pacto con la alta burguesía; en Miraflores apareció mendoza y el fantasma de cisneros, que sólo entra en la política para dejar el huevo de la serpiente, la ponzoña, y se retira a ver el daño para la Revolución y el florecer de sus negocios. De esta manera, se minaba la ideología revolucionaria en su base; recordemos que la ideología -y esto es muy importante- está íntimamente ligada a la economía: no se puede esperar una ideología revolucionaria en un país que estimula, prestigia, al capitalismo, a su egoísmo. La conciencia revolucionaria debe estar apoyada por una economía de propiedad social, por el derrumbe de las formas egoístas de propiedad.

El tercer punto fue el clientelismo socialdemócrata que invadió al gobierno, ese pragmatismo de dar a la masa cosas materiales a cambio de apoyo sólo consiguió elevar el egoísmo, el espíritu mercenario, y cuando llegan las vacas flacas -que siempre llegan- la masa así acostumbrada se despolitiza, se retira a la búsqueda individual, pierde el sentido del deber social, del sacrificio por la sociedad, de pertenencia al todo.

El cuarto y más polémico punto fue organizar al pueblo en Comunas y Consejos Comunales que funcionan como unidades aisladas de lo nacional, en una especie de egoísmo colectivo, sin formar un tejido; de esta manera organizamos al egoísmo, no creamos la bases de la conciencia del deber social.

A partir de allí, la sociedad dio un giro tremendo hacia el capitalismo, los otrora revolucionarios se hicieron incómodos, cuestionadores, fueron desplazados con variadas excusas, los afiches rasgados, la imagen del Comandante se vació de mensajes, los aparatos políticos disueltos con la disculpa de que no eran productivos. Se perdió el rumbo, ahora no íbamos hacia el Socialismo sino hacia la democracia burguesa, ahora los capitalistas eran aliados para elevar las fuerzas productivas, nos quedamos en una guerra sin enemigos, una guerra poco creíble.

Entonces la masa, el pueblo humilde, empezó a responder de manera directa a lo que le transmitía la dirección revolucionaria: "dakazos", "raspacupos", automóviles, casas, el logro sin esfuerzo, un "mangazo", un "camionetazo" fueron los paradigmas. Se decretó el sálvese el que pueda, la rapiña del dólar, del bachaqueo, de lo material

Ojalá el propósito de discutir sea continuado por la enmienda, ojalá todo no quede en palabras hueras con las cuales llenar los requerimientos electorales. Fuente: aporrea

JOSÉ GREGORIO MENA

Jgmena2000@gmail.com: Jose Gregorio Mena: en relación a tu artículo publicado en aporrea

Saludos Memo, he leído tu artículo en aporrea sobre la revolución Bolivariana y el mito de Fukuyama. Lo primero que concluyo es que no vives en Venezuela y luego que no estás muy enterado de los temas económicos, veras quien te escribe fue un furibundo hincha de Chávez, vote por el varias veces y llegue a creerle profundamente, pero la verdad es que Chávez contó con un barril petrolero muy alto, con una riqueza inmensa y sin ningún tipo de control, cuando se acabó la plata, se acabó la revolución y quedamos peor que al comienzo sabes por qué? porque Fukuyama tenía razón y la revolución Bolivariana no hizo más que corroborarlo, puedo ahondar mucho más en mi explicación pero no estoy seguro que te interese mucho. Si me equivoco con gusto que demuestro que es así como te lo digo, la lamentablemente Chávez termino de hundir la esperanza porque hoy en Venezuela hay más inflación, más corrupción, más deuda, más pobreza y además hay escases. Saludos y trata de investigar lo que te he dicho para que te des cuenta que con el cuento del socialismo del siglo 21 nació una casta más rica y corrupta que la anterior.

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twitter: @elgoyomena

JESUS RAFAEL BARRETO

Confesiones de un Beneficiario de la Misión Vivienda

Por: Jesús Rafael Barreto | Viernes, 05/06/2015 01:58 PM | Versión para imprimir

"Debo dar gracias primeramente a Dios, después al Comandante Chávez y ahora a mi Presidente Maduro, por esta casita que me dieron"(Es el saludo normal de la persona que recibe una vivienda, según lo refleja la televisión). Nadie sabe el trabajo que pasé con mis hijos. Pase muchos años de mi vida pagando alquiler. Temblaba cada vez que alguien tocaba a la puerta, porque creía que era el dueño que venía, con sus agallas, a pedirme aumento o lo que era lo mismo, a pedirme que desocupara la casa.

Puedo dar fe, de todos los atropellos a los que fui sometido como inquilino. ¡Quién iba a creer que detrás de aquella refinada señora, con pinta de filosofa, había una cuaima? Nunca me regresó el depósito que le entregué para poder ocupar la casa. Y además, no nos dejaba en paz con una revisión diaria de la misma.

Una vez conseguí un mamarracho de casa, barroca (Era de barro, no de estilo), en donde dormíamos con el cuello forrado en trapos. Pues, había demasiados murciélagos y cuando uno ha visto películas de Drácula, lo mejor era estar mosca. Además, tuve que invertir en tobos y bañeras para "parar" las goteras que caían cuando llovía

Si la casa era de platabanda, entonces los dueños querían que les pagáramos en dólares, como en las grandes ciudades. Entonces, alquilar una vivienda representaba y debe representar en estos momentos en dinero, el equivalente a un ojo de la cara y el otro al depósito por la misma. Si buscábamos un apartamento o una casa quinta, había que sumar hasta los ojos del perro, para ver si alcanzaba para el depósito. De paso había que enfrentarse a un abogado, que al verle la cara, ya uno estaba asustado.

Una vez, en época de verano, conseguí una casita aparentemente cómoda. Pero luego comprendí que era "Pura pinta". Vivimos allí una odisea tipo Spielberg, el director de cine, famoso en esa época. Mientras dormíamos, cayó un torrencial aguacero. Teníamos el agua al cuello. Perdí el rastro de mi familia. Como pude, como un balsero cubano, valiéndome de pedazos de madera y tubos de una cama, pude construir una balsa que me llevó desde el dormitorio principal hasta la cocina, no sin antes atravesar una zona infestada de "Tiburones" que entraban por el baño, hasta que apareció un vecino que como un Guardacosta Norteamericano, me lanzó un mecate por el cual llegué al borde del piso del patio. Mi alegría fue grande cuando vi, sanos y salvos, a mi esposa e hijos, quienes habían logrado salir del peligro, remando en una bañera grande, donde se lavaba la ropa.

El colmo fue que la dueña de la casa nos pidió desocupación sin reconocernos las perdidas. Por esto que cuento, es que le doy las gracias al gobierno, por la casita que nos dieron". Fuente: aporrea.

EL VALOR DE LA OPINIÓN

En "Aporrea" ha muerto la vieja superstición de que opinar contradiciendo, criticando o sugiriendo, era pecado. En este medio se escribe sin sentir el peso de la proscripción que tradicionalmente se ha dirigido contra la crítica y la jocosidad. Cualquier opinión objetiva, razonable y bien despierta se niega a aceptar que se le otorgue tolerancia, porque hacerlo es aceptar que a la opinión se le ahogue lentamente.

El chasis antiguo de que la opinión debe ser instructiva o divertida y que presente con entusiasmo los desenlaces felices se queda a medio camino, más aún cuando los procesos se realizan llenos de incidentes, pues en los hechos queda marcada la imposibilidad de realización de dichos finales halagüeños.

Quienes quieren que la revolución se vea como un suministro de desenlaces felices y de personajes simpáticos que regalan camionetas y casas, ven a los críticos como una especie de aves de "mal agüero" que vienen a "salar" (malograr) los gustillos agradables que da el poder.

Cuando se lee a Goyo Mena o a Roland Dennis la opinión se llena de seguridad, no le llevan lágrimas ni pesimismo a la gente. Ahí no se traiciona el oficio objetivo de criticar y opinar. Las pruebas que presentan están lejos de ser imaginaciones o metáforas, son representaciones de la vida cotidiana de los venezolanos y no se espera que la opinión se disculpe.

Importa poco, que como opinión contribuya con tanto o con mucho a suministrar desenlaces felices, como si fuera una obra de Walt Disney. El mundo sería tan trivial si no se alzaran las voces elocuentes para llamar la atención acerca de los problemas fundamentales que requiere mantener e impulsar un proyecto socialista.

 

 



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Memo Fernández


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