La revolución venezolana absorbida por la esclerosis comunista de los 50

Cualquiera interesado en la historia del marxismo latinoamericano puede darse cuenta que en los años 50 predominaron las posiciones pro soviéticas en la lucha que sostenían los partidos comunistas latinoamericanos. Esta dependencia política condicionó no solamente la manera de interpretar la realidad latinoamericana, sino también la estrategia para transformarla.

En la lectura de la realidad se impusieron las premisas eurocéntricas en el análisis; con estas proposiciones que no tienen nada que ver con nuestra América, se podían obtener conclusiones lógicamente alejadas de nuestra realidad:

  1. Había que aceptar que la economía agraria latinoamericana se encuentra dominada bajo relaciones feudales de producción.
  2. Que las condiciones económicas y sociales de América Latina no están maduras para la revolución socialista.
  3. Que América Latina se encuentra en la etapa de desarrollo democrático burgués.

Por consiguiente, la estrategia a seguir para impulsar los cambios se debe apegar a los intereses del campo socialista internacional: en los primeros años del siglo XX era la dictadura del proletariado y durante la guerra fría, la coexistencia pacífica.

La coexistencia pacífica significa la renuncia a la lucha armada y violenta en la toma del poder y prioriza los medios no violentos como las elecciones, los arreglos políticos y la colaboración del pueblo y sus organizaciones sociales con la burguesía; para que esta clase impulse junto al pueblo los cambios tendientes a superar el feudalismo y establecer la democracia burguesa capitalista.

La realidad de las clases en América Latina no tenía absolutamente nada que ver con esos planteamientos. En este hemisferio nacieron las guerrillas como respuesta a las matanzas  de trabajadores y estudiantes en Cuba, masacres de trabajadores bananeros en Colombia, asesinatos, persecución y terror de los escuadrones de la muerte en El Salvador, derrocamiento de gobernantes en Chile, Panamá, Haiti, Grenada…Aquí no se podía colaborar con las clases dominantes por explotadoras y odiosas contra los pobres. Aquí no se podía colaborar con las burguesías que continuaban robando la tierra, vendiendo a precios risibles los recursos naturales como el gas natural, el petróleo, el litio, coltán, cobre, oro y regalando el agua a las transnacionales de bebidas gaseosas. Y a la par de todo esto, las burguesías endeudaban colosalmente los recursos de los Estados y restringían  los derechos sociales y laborales de los trabajadores para sostener la deuda. Y los bancos imperialistas (FMI-BM y los fondos buitres) se enriquecían más con nuestra miseria.

Por lo tanto, condiciones no solo para la arrechera hay en abundancia en América Latina, sino para luchar por la dignidad, por la recuperación de la patria mancillada, para destruir este sistema enajenante, explotador e injusto y para construir el socialismo.

Sin embargo, en lo que respecta a Venezuela, la crisis, escasez, corrupción, violencia delictiva, contrabando es inocultable, como es inocultable la posición gubernamental que parece estar encerrada en la caja de skinner sometida al condicionamiento operante de viejas y fallidas estrategias comunistas.

 

 



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Memo Fernández


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