Los grupos violentos quedaron con el bate al hombro. El gobierno revolucionario les metió tres strike con una bola de más de 95 kilómetros por hora.
Gracias a la eficacia y rapidez de los órganos policiales de investigación, la contrarrevolución quedó desarmada. Pretendía aprovechar los horribles asesinatos de los hermanos Faddoul y del empresario Sindoni para crear disturbios y provocar a las autoridades. Sólo habían pasado pocas horas de la confirmación del crimen, cuando ya los grupos violentos portaban carteles impresos. ¿Estaban preparados para explotar políticamente el suceso? ¿Cómo? ¿Por qué?
Los llamamientos de Globovisión y las crónicas de "El Nacional" estaban dirigidos a prolongar las manifestaciones y hacerlas cada vez más violentas. Los dirigentes de Primero Justicia quisieron utilizar a los estudiantes, muchos de ellos de secundaria, para sus propósitos políticos. Se les vio involucrándose directamente en la tentativa de insertar acciones violentas en medio de las expresiones de dolor.
La derrota sufrida por los promotores de la violencia no debe llevarnos a falsas conclusiones. No abandonarán el camino de la violencia. Ahora mismo están preparándose para nuevas tentativas y próximas confrontaciones.
Los grupos violentos han sido derrotados una vez más, pero no están vencidos. Volverán de nuevo a pretender incendiar la calle y crear una atmósfera que justifique la agresión imperialista. ¿De dónde extraen ese aliento? Es evidente que proviene del apoyo del gobierno norteamericano. Los grupos violentos son altaneros porque están azuzados por los funcionarios de Estados Unidos. Son instrumentos de una política intervencionista antivenezolana. La conclusión es alerta, alerta y más alerta.