Decía un amigo cubano, a quien por cierto nunca más vimos, que las sociedades son como un ser vivo: reaccionan a los estímulos exteriores muchas veces con respuestas paradójicas. Algún clásico afirmó que las sociedades tienden hacia los límites del caos, y es allí donde se producen las circunstancias para su evolución. Fidel acotó "toda crisis es revolucionaria", y Gramsci se dio cuenta de que en el claroscuro de la crisis, en la turbulencia, cuando las causas no predicen efectos, pueden surgir los monstruos, el fascismo.
Es así, imperceptiblemente para la masa y los dirigentes de baratija se van sucediendo los pequeños cambios que producirán las grandes conmociones sociales que sorprenden a la mayoría confiada. ¿Quién iba a decir que la Unión Soviética tenía los días contados? Sólo el Che, brillante, supo percibir los cambios pequeños, el uso de las armas melladas del capitalismo, y pudo vaticinar la caída. ¿Quién iba a decir que carlos andrés, que aquel "histórico" triunfo electoral terminaría en el motín del 27 de febrero? El 27 se fraguó en la política clientelar de la socialdemocracia adeca, aquella siembra de valores del "dame dos", del despilfarro que nos hizo famosos en el mundo, creó las bases para el estallido. Pocos percibieron que la bonanza saudita, mayamera, se reflejaría en el agotamiento del pacto socialdemócrata de punto fijo, que la masa beneficiaria sería su propio sarcófago. Nadie previó que Chávez aprovecharía la crisis de extenuación de la forma de dominación capitalista para tomar el poder y cuestionar esa dominación; intentar darle solución, no con el fascismo, con una dictadura, sino yendo hacia el Socialismo.
Nadie previó, aún es difícil percibir, que después del asesinato de Chávez retrocederíamos a la socialdemocracia, y menos aún que ese retroceder ambiguo, ese capitalismo con antifaz socialista, crearía una economía teratológica, monstruosa. Veamos.
Luego del asesinato de Chávez se pierde la referencia ética, el gobierno desata una repartición de la renta sin contraprestación, sin exigir nada a cambio, ningún cambio de conducta, ninguna organización social, nada. Se repartió como nunca, de manera desaforada, se decretó una especie de saqueo controlado, que eso fue aquel "dakazo". Buscaba así obtener adhesiones sin proveer referencia ética, y lo que consiguió fue producir una nueva economía, el "bachaqueo", una especie de capitalismo de escala supermicro, predominantemente individual, familiar quizá, que prospera en las debilidades del gobierno: la escasez, precios controlados, subsidios inoperantes; y en una conciencia capitalista, egoísta elevada a niveles nunca vistos: ahora cada bachaco, cada individuo, tiene mente de empresario, es un gerente chiquitico.
Esta organización social robustece la ética capitalista, el país se entregó al capitalismo, que como nunca impregna a toda la sociedad; ahora son más valederas sus premisas: si da lucro es ético, la competencia, sálvese el que pueda, la salida individual, egoísta, la visión social reducida a cero.
El "bachaqueo" evoluciona hacia la cartelización, aparecen los pranes, los mayoristas, todo dentro de la mejor tradición, de la lógica del capitalismo y con formas groseras, burdas. La esencia del capitalismo se muestra sin disfraces, no hay propaganda, el comercio colinda abiertamente con la infamia sin ningún control.
El fenómeno será estudiado en facultades de Economía del mundo, quizá con el título: "Efecto demoledor sobre la posibilidad socialista, cuando la tosquedad socialdemócrata dirige el proceso revolucionario. El caso Venezuela. Estudio preliminar". Todavía no concluye el desatino…