"Ni una mujer menos, ni una muerta más"

No es culpa del reguetón.

Cuando era adolescente escuchaba que decían que el culpable de tanta depravación en la juventud era el desgraciado de El General por sus canciones provocadoras. El General es el cantante panameño que puso a la generación del noventa a menear las caderas con el reggae de ritmos callejeros. Efectivamente la letra de sus canciones son la viva violencia de género, no en sí la música, la música cada quien la baila como quiere. Cómo olvidar las maldiciones que le echaron a La Lambada acusándola de incitar a la degeneración. A la famosa Sopa de Caracol también le llovió.

Hoy en día escucho que dicen que la depravación de la juventud es culpa del miserable reguetón que es la perdición. También es cierto que la letra del reguetón denigra en todo momento a la mujer y la coloca como objeto sexual, siendo esto una clara definición de violencia de género. Los ritmos son pasión y cada quien vive sus pasiones como quiere, la música en sí nada tiene que ver con la violencia de género. Que las personas sigan modas es cosa aparte.

Lo que sucede con el reggae y el reguetón de exponentes como El General es que dicen las cosas con el lenguaje claro de barriada, desnudas sin moldearlas, directas. Ellos lo único que hacen es pasar a canciones el lenguaje de diario en las periferias donde vive la juventud estigmatizada por el sistema y el clasismo. No se les puede satanizar y decir que son ellos los únicos culpables de la violencia de género. Eso es etiquetar a la juventud de periferia porque esos cantantes vienen de ahí del inframundo.

Si vamos a hablar de violencia de género en la música ahí está claramente Romeo Santos y los exponentes de hoy en día en la bachata, lo disfrazan de romanticismo pero la letra es violenta y denigra y cosifica a la mujer. Ricardo Arjona que tiene canciones misóginas y que menosprecian a la mujer y la colocan como un cuerpo a abusar en cualquier lugar, todo esto disfrazado de romanticismo y de poesía barata.

El género ranchero, el pop, las baladas, en todos los géneros hay canciones que cosifican a la mujer, que la ultrajan. Por supuesto que el reguetón también pero no se puede culpar al reguetón con toda la intención de denigrar su origen y a quienes lo bailan que son las mocedades de las barriadas. Si vamos a hablar de violencia de género destapemos todos los focos: la televisión, la radio, el sistema. La familia, la escuela, la comunidad, la iglesia. La violencia de género la reproducimos todos, unos por hacer y otros por callar y con esto solapar. Está en el cine, las telenovelas, en las actitudes machistas y misóginas con las que nos crían. Culpar al reggae y al reguetón es denigrar a la juventud de periferia. La violencia de género está en todos los niveles de las clases sociales, es más cubierta en las altas esferas por el qué dirán, pero ahí también existe.

Si desaparece el reggae y el reguetón la violencia de género continuará porque los cimientos están en nuestros hogares, los continuamos en la escuela y en la comunidad y así se van extendiendo los tentáculos. La violencia está en esos chistes misóginos que hacen los hombres y con los cuales las mujeres también reímos solapándolos con nuestra diversión.

La violencia de género es negar que las mujeres tengamos el derecho a abortar. Violencia de género es aceptar las violaciones como normal o acusar a las víctimas de incitar. Es negarnos los Derechos Humanos. La violencia de género tiene innumerables rostros venir y culpar al reguetón es no comprender la magnitud del problema y encapsularse en estereotipos. Los feminicidios no los genera el reguetón, sus causas vienen de esa raíz machista y patriarcal que nos tiene infestados a todos en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad. Violencia de género son los mal llamado piropos callejeros. Son las miradas lascivas. Son los comentarios y las acciones sexistas. Las violaciones sexuales que se ejercen desde la superioridad de un puesto de trabajo, un título de universidad, un lazo consanguíneo, todas desde la inferioridad de un ser mezquino. Para hablar de violencia de género tenemos que vernos en un espejo. No estoy defendiendo el regué ni el reguetón porque sus canciones son misóginas, pero también lo es el sistema patriarcal en el cual todos estamos inmersos.



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Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

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