Es extraño, sorprende la similitud de la suerte de los grandes cuando desaparecen. Bolívar fue asesinado y su legado convertido en lo contrario, cada uno de los fragmentos de su sueño se constituyó en "República Bolivariana"; aquellos que él vaticinó "como designados por la providencia para llenar a la América de miseria y oprobio" se convirtieron en aliados y ductores de la América; no se equivocó el Libertador, el continente padece miseria desde hace siglos. Al Che lo convirtieron en un heroico de franelas y pancartas, la fuerza de su pensamiento fue extrañado al olvido. Hoy es sólo recuerdo en sus fechas memorables.
Cristo, luego de crucificado, fue apropiado por sus verdugos y comenzó una cruenta batalla por deformar, adecuar, su pensamiento, asimilarlo al poder de las clases dominantes. Aún hoy llegan hasta nosotros las ondas de aquella cruenta batalla que disputaba la autenticidad de su legado. Se deformó la historia, se execraron apóstoles, se adecuaron enseñanzas, intentaron mediatizarlo, no pudieron: Cristo aparece de nuevo en la historia encarnado en los gigantes. Y todo se repite: lo vuelven a asesinar, luego disputan su legado, como al mártir de la Higuera, como al Apóstol de Dos Ríos, como al Abel de América, como al Comandante, pero siempre insiste en regresar, obstinado en querer salvarnos.
Con Chávez está pasando lo que siempre ha pasado con los Mesías, sus hijos se disputan su legado. Unos dicen que el Comandante en una madrugada les heredó la verdad, otros que tienen una carta, otros enseñan fotos, por allá dicen que un día los saludó y les dijo "carajitos". Los más cercanos a su corazón callan y otorgan. Mientras, asisten al desdibuje del legado, a la entrega de lo que él más amó.
Así como no hay que ser teólogo para saber que el Vaticano con todo su lujo no tiene nada que ver con el carpintero de Galilea, o que el oropel de las ceremonias y los trajes de la cúpula eclesiástica no tienen nada que ver con las sandalias del pescador, no hay que ser un avisado analista para percatarse de la falsificación del Plan de la Patria; no hay que ser tampoco filósofo para comprender que meter a los empresarios en la Faja no tiene nada que ver con el legado de Chávez, para advertir que las expo, que los llamados desvergonzados a que vengan los empresarios capitalistas, no tienen nada que ver con el legado del Comandante.
Con el tiempo los deformadores del legado de Chávez le irán construyendo una biblia a imagen y semejanza de sus intereses, lo irán transformando en un socialdemócrata más, en un diluido, hasta la derecha no tendrá problemas en adoptarlo.
Pero siempre, como siempre ha sucedido, la verdadera herencia no será olvidada, habrá quien cuestione a la falsa biblia, la verdad emergerá tenaz de la tumba donde la quieren olvidar, habrá quien escriba acusando la falsificación y a los falsificadores, difundiendo la esencia del pensamiento y de la vida de Chávez… hasta que un día aparezca otro que encarne nuevamente lo que el Gólgota en dos mil años no ha conseguido callar.