Apretar las tuercas

En plena travesía del páramo de Mérida, rumbo a Trujillo, cuando pasábamos por el Collado del Cóndor (antes llamado "Pico el águila), una de las ruedas del "Ferrari" comenzó con un ruido extraño. Mi hija, casi una experta en odontología, pero nada de carro, me dijo: papá, hay que apretar bien las tuercas. Y eso hice, para asegurar la marcha y llegar sanos y salvos a Flor de Patria, pueblito trujillano, donde se hace un sabroso café, que lleva el mismo nombre del pueblo.

Confieso que a veces hay que cambiarlo todo, tal como yo estoy cambiando los textos y frases completas de este artículo, porque mi intención era narrar los momentos inolvidables de ese gran reencuentro de la Familia Santos Osechas, donde por supuesto también estábamos los Marapacuto, los Rodríguez, los Castellano y todos esos yernos y yernas, que por voluntad propia decidimos formar parte de esa gran familia. En pleno reencuentro, cuando el vino tinto, espirituoso y burbujeante bullía como agua de manantial, me entero del "Estado de Excepción" en los municipios fronterizos. Ya antes me había enterado de la decisión del cierre de la frontera.

De inmediato me acordé de la frase "apretar las tuercas", y en un giro de volante, me enfilé hacia una colina y desde allí mirar lo que ocurre en esa frontera de mil demonios. Sí, digo eso porque en verdad, pareciera que la frontera es del rio Táchira para acá y que los colombianos ven a esta tierra como un territorio de nadie, donde ellos hacen lo que les da la gana y hay que permitírselos. En cambio allá en Cúcuta te ponen muchas trabas, como por ejemplo, que los vehículos venezolanos no pueden circular, a menos que paguen un seguro que cuesta ciento de miles de pesos.

Incluso, el mismo gobierno colombiano se ensaña con nuestra patria, con nuestra familia y con nuestros hijos, al permitir a través de una resolución, que sean las mafias paramilitares las que determinen el tipo de cambio; es decir, que fijen el cambio entre el bolívar y el peso. Mientras el Banco República de Colombia fija un tipo de cambio que ronda más de los 200 pesos por bolívar, en la frontera las mafias fijan un tipo de cambio delincuencial, de saqueo y de pillos, que nos roban en nuestras propias narices. Con ese tipo de cambio establecido por los grupos paramilitares y con la anuencia del Estado colombiano, el sueldo mínimo de allá, en pesos, se convierte en más de cien mil bolívares fuertes, acá. Y eso es parte del desajuste y del "saqueo"; porque los colombianos arrasan con todo y apetitosamente se llevan los productos regulados. Y así cientos de cosas.

Así pues, bienvenidas estas medidas de cierre de la frontera y el Estado de Excepción. Hay que apretar las tuercas, porque realmente nos están saqueando en todo el sentido de la palabra. Que no se vuelva abrir la frontera hasta que el Estado colombiano derogue esa resolución que le da facultad a las mafias paramilitares para que fijen el tipo de cambio. Que no nos sigan robando y nos paguen los doscientos pesos por bolívar. Ya basta de seguir siendo pendejos, hay que exigirle al gobierno colombiano respeto a nuestra soberanía. Hay que apretar las tuercas, hay que aplicar la ley, someter a las mafias que han hecho de nuestros alimentos y nuestra moneda un negocio. Ha llegado la hora de reclamar, porque de nada nos sirve la frontera si Colombia quiere vivir como el matapalo, estrangulando y chupándole la savia a nuestra patria.



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Eduardo Marapacuto


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