El gobierno deambula por el mundo como atacado de "dromofilia" (afición por viajar); va en busca de dinero, piensa, errado (pero en coherencia con la "lógica del capital") que el problema nuestro es de plata, cuando en realidad es de falta de conciencia del deber social, de exceso de soberbia y de ignorancia engreída en demasía.
No vamos a comentar las implicaciones económicas de este endeudamiento con los países capitalistas emergentes que no encuentran qué hacer con los dólares, ya Saturno ha ilustrado bastante el tema financiero en los programas de elaradoyelmar.blogspot.com, hablemos hoy de lo equivocado que es pensar con la "lógica del capital", la misma que Chávez nos ordenó combatir, y que fue extirpada del Plan de la Patria original. Veamos.
Ante un problema, el capitalista lo primero que piensa es en arreglarlo con dinero, una buena inyección de metálico no le hace mal a nadie, su lógica les dice que "todo se puede comprar, todo se puede vender". Se entiende que el gobierno, metido en profundos problemas políticos, económicos, sociales, piense, cual capitalista, que una o dos inyecciones de 5 mil millones de dólares lo sacarán del apuro.
Consigue los préstamos, y los economistas contentos, los números mejoraron, pero paradoja: al otro día el malestar sigue, las encuestas bajan, las operaciones de distracción se esfuman en el aire, el operativo se hace costumbre, no da voto, la frontera se abre por la fuerza de la realidad y deja evidente la improvisación. Por ese camino, el de no hacerle caso al mandato de Chávez, el de no ir contra "la lógica del capital", vamos directo al desastre. Y eso no se resuelve atacando a los que alertan.
La solución está, ya se le ha dicho al gobierno de mil maneras, en rectificar, en corregir el rumbo, en volver al Plan de la Patria, al Comandante Chávez, en elevar la conciencia del deber social, cuando ésta existe no hay "dólar today" que valga, ni "bachaqueo" que prospere.
Sin rectificar el rumbo los dólares que nos den los chinos, además de significar mayor endeudamiento, serán absorbidos por la burguesía, la que se va creando o la ya formada; el resto será devorado por la demagogia electoral, por el clientelismo. De esta manera seguiremos el camino al fracaso y no habrá millones que nos salven, al contrario, se profundizarán las dificultades.
Lo primero que hay que hacer es atender al país, a esta sociedad y, como (por fin) dijo el vicepresidente, estudiar las medidas, pensar, dejar la improvisación y las acciones reactivas, de bravucones de barrio. Es urgente un Concilio para repensar a la Revolución, pero esta reunión tiene un problema: los más entendidos, los más conocedores tienen temor. Se ha formado una malla de complicidades, de pecadores, que impide disentir de las más altas cúpulas, el gobierno creó las condiciones que, simultáneamente con adularlo, le impiden ver la realidad, sólo aplausos. En esta imaginaria reunión nadie hablaría la verdad, todos pintarían un país como Alicia en el país de las maravillas. De allí que es necesario crear condiciones para la discusión salvadora del gobierno. Una de ellas puede ser la discusión por escrito, sin firmar los documentos y entrega anónima. Es interesante pensar qué dirían los Ministros en condiciones de anonimato, qué escribirían dirigentes políticos e intelectuales protegidos por la ausencia de firmas, qué coraje los envolvería, qué bien harían a la sociedad sus palabras.